Día Cinco

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Conocía la sensación producida por el miedo, aquella angustia capaz de calar los huesos y penetrar hasta lo más profundo de los órganos. Podía palpar el recelo y la aprensión en cada oportunidad en la que delegó sus deseos por el temor a los daños, los riesgos y a todo lo que no quería experimentar.

Tardó en darse cuenta del modo en el que estuvo mintiéndose a sí mismo, de todo el tiempo perdido sintiéndose mierda mientras podía estar experimentando un puñado de felicidad.

- No esperabas poder mantener ese acuerdo para toda la vida, ¿cierto, Beag? –amaba y odiaba la forma en que Niall era capaz de leerlo sin necesidad de dialogar. 

No lo esperaba, no, pero tampoco creía que se acabaría tan pronto.

Tenía dificultades para reconocer el motivo de su estallido emocional. Era incapaz de identificar cuál fue el factor culminante.

No eran muchas sus opciones, sin embargo. El crucero estaba emprendiendo su camino de regreso a tierra firme y en toda la mañana se había topado con Louis un total de cuatro veces.

La primera intercambiaron un saludo forzado e incómodo. Ambos estaban desesperados por perderse de vista lo antes posible.

La segunda vez casi ni se miraron. Fueron demasiado torpes mientras intentaban pasar por un mismo pasillo en direcciones opuestas sin tocarse.

La tercera vez lograron mantenerse en puntas opuestas de la habitación y ponerse de acuerdo tácitamente sobre quién sería el que se iría.

La cuarta vez Louis no lo notó, sus ojos estaban cerrados y su atención completamente centrada en la boca de un desconocido.

Harry fracasó en razonar qué era lo que más lo afectaba, si la (no)relación que mantenían o lo equivocado que estaba en creer que esa era la manera en la que prefería relacionarse con Louis. 

Su miedo de perderlo estaba separado por una pequeña línea de su obligación a mantenerse alejado porque Louis no lo quería. Comenzaba a creer que aquella línea se estaba desdibujando. 

Lo que comenzó como un pánico real al amor, terminó siendo un escudo protector para evitar asumir ser el único enamorado de los dos.

Era irónica la forma en que su defensa terminó siendo su ataque.

- Estoy bien –quería afirmar, pero sonó a una pregunta. 

Niall se rio, lo tiró en dirección a su cuerpo  y ofreció sus piernas como reposo a su cabeza.

- Sí, cariño –prometió, hundiendo los dedos en su cabello.

- Hey, Ni –llamó-. El barco no se hundió.

- Haré un minuto de silencio por cada hora del día que gastaste en pensar maneras de sobrevivir ante un hundimiento.

Soltó una pequeña risa. Más por necesidad de reír que por diversión real. 

- ¿Sabes que lo pensé de verdad, cierto? –concedió-. Tú serías el que pierde la cabeza primero a causa de mi pesimismo y se larga a nadar en busca de ayuda. Liam sería quien intenta calmarme e ir tras de ti al mismo tiempo. Yo muero antes que ustedes, por supuesto.

- Claro que lo hiciste –se carcajeó Niall-. Beag, te sostendría –murmuró en voz baja y acunó su mejilla con una mano-. No puedo contar la cantidad de veces que deseé tirarlos a ti y Louis por la borda, sin volver a subirlos hasta que dejaran su necedad, pero Harry, jamás permitiría que alguno de ustedes tres se hundiera. 

- ¿Hay tiburones aquí, de todas formas? –optó por cuestionar, sabiendo que no sería bienvenida alguna otra respuesta. 

Niall tarareó con tranquilidad y se mantuvo tirando de su pelo hasta inducirlo en un ligero sueño. 

Afraid | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora