La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enorme, que no se adquieren en días, semanas o meses.
Así comenzaba la primera página del libro. A simple vista parecía un diario, pero poco a poco se fue convirtiendo en una historia... Mi historia.
Hablaba de mi llegada al pueblo, de cómo me sentía esos primeros días, de la librería, los chicos, el claro, y lo más extraño, el chico que vi aquella noche por el balcón. ¿Cómo podía ser esto posible? Yo no he escrito eso... Y mucho menos en ese libro.
Cerré un momento los ojos y al momento que los abrí, me encontraba en el claro, parada justo donde había escuchado esas voces. Sonreí, ya que definitivamente era un sueño. Así que no le di importancia y me adentre al bosque que estaba al final del claro. A medida que me adentraba más, las cosas me parecían extrañas, pero a la vez conocidas. Eso sí que era extraño, puesto que nunca había estado ahí. Llegue a un especie de risco, al fondo de este se encontraba un hermoso río. Nunca llegue a imaginar que en tan desagradable pueblo, pudiese si quiera existir tal lugar, pero como era una sueño, nuevamente no le di importancia. ¡En los sueños todo es posible!
Busque la menara de bajar el risco, quería una foto en ese río. Definitivamente esa sería la foto perfecta, para mi perfil de Facebook. Mientras bajaba, empecé a cantar una canción del grupo Mexicano Reik "Que vida la mía"... "no sé qué hacer para ser el aire que va tu alrededor y acaricia tu piel...solo quiero conversar, solo quiero conocerte dame un poco de tu tiempo para convencerte, yo solo quiero ser tu amigo y me muero por salir contigo, dame una señal, solo dame una mirada si estas a mi lado a mi no me falta nada, ya quiero estar entre tus brazos y me muero por probar tus labios..."
Yo estaba de lo más inspirada cantando, sin saber que no estaba sola. Cuando sólo me faltaba poquito para llegar-.
-Cantas cual un ángel. - dijeron y de la sorpresa me caí y fui a dar directo al río.
Como entre muy rápido no tuve fuerza para reaccionar y me estaba ahogando, pude alcanzar a ve que alguien se lanzaba y me tomaba por la cintura tratando que mi cabeza, no se adentrara más al agua.
-Te tengo. - decía este desconocido. Pero no podía ver su cara. Me llevo cargada a tierra.
- ¿Estás bien? Pregunto.
-¡Esa no era la manera en la quería estar en ese río! -alcance a decir. Él sonrió.
-Lo siento, fue mi culpa, no quise asustarte,- dijo bajando la mirada. Se notaba apenado.
- Bueno espero que te sirva de lección, no puedes llegarle así una persona, que piensa que está sola en su sueño. - me vio extrañado. Y sonrió.
-Tienes una sonrisa muy linda,- pensé, luego pude notar, que lo estaba haciendo sonrojar y ahí me di cuenta que en realidad, lo había dicho en voz alta. ¡Trágame tierra!
-Es hora de irme- dije levantándome muy rápido, no quería volver a meter la pata.
- ¿Hey a dónde vas? -Dijo al ver que casi corría.
-Tengo que regresar al claro, necesito despertar de este sueño. - decía mientras me alejaba.
-¿Sueño, qué sueño? ¿De qué hablas?- Note que venía detrás de mí.
- No entenderás. Pero debo despertar. -en ese momento me detuve, al darme cuenta, que por más que corría, no avanzaba.
-¿Te encuentras bien?, ¡Diablos! te golpeaste cuando caíste al río.- Dijo justo parándose frente de mi y colocando su mano en mi frente, para detener la sangre que salía de ahí.
Me sentía aturdida, confusa, era justamente ahí, donde tuve que haberme despertado, de haber sido un sueño.
El chico me cargo, me llevaba a algún lugar, ni siquiera me imaginaba donde. Estaba en shock, no podía hablar, no sentía mi cuerpo, me sentía ahogada.
No camino mucho, porque junto cuando pude por lo menos mover mi cabeza, observe que justo en frente, teníamos una especie de mansión. -¿Será su casa? -pensé. Al entrar pude percibir que era tan hermosa como el exterior. Entramos a la especie de Sala de Estar, y me colocó sobre el sofá.
-Necesito curarte. - y acercándose a mi oído de manera muy cálida dijo: -No vayas a ningún lado.
Mientras regresaba, pasee mi mirada hacia el lugar, sentía como que si hubiese estado antes ahí. De hecho, me sentía, como si hubiese regresado a mi hogar. Pero parecía absurdo.
Al momento que me estaba curando la herida, note que sus ojos se veían tristes, faltos de brillo; era extraño, puesto que era un joven muy guapo. Y a simple vista, lo tenía todo.
-¡Ay!- exclame al momento que colocaba algo que parecía alcohol, porque me ardió.
-¡Lo siento mucho!, todo esto ha sido mi culpa. -Dijo mirándome fijamente.
- ¡Tranquilo fue un accidente!- exclamé. -Hubiese sido culpa tuya, si me lanzabas. Pero como no fue así... - Le sonreí y él me correspondió.
Un hombre de chaleco blanco, nos observaba desde la puerta de la sala. Se le notaba que no estaba muy contento. - Príncipe, si me permite, necesito hablar con usted un momento. - dijo dirigiéndose a mi enfermero.
-En este momento no puedo Edward. Respondió.
-Le prometo que solo será un momento su alteza.- insistió el hombre.
El chico inclino un poco la cabeza hacia mí y dijo:- Regreso más rápido de lo que crees.- Se levantó y dirigiéndose a una muchacha, me supuse que del servicio:- Por favor, llévenla a una de las recamaras para que se cambie la ropa mojada, no queremos que se resfrié.- Volteo a mirarme y me sonrió. Ínsito este chico tiene una sonrisa lindísima.
Las recamaras eran más espectaculares que la casa. Vi que sobre la cama estaba un vestido lindísimo, pero he ahí lo extraño de todo, dicho vestido era al estilo de la duquesa Elizabeth la de la película. Solo faltaba la peluca rubia.
-Disculpa... ¿Y esto?- pregunte a la muchacha, yo era una chica que le encantaba estar en leguins y camisetas largas, sin duda alguna, no me veía ahí dentro.
-Su ropa madame, pero si no le gusta, le muestro otros.-
-No gracias, este está bien.- no me imaginaba como serian los otros. Y como era un sueño. ¿Por qué no ponérmelo?
Lo único que era un horror... el corpiño. ¡Dios! era un sueño torturador. No me imagino como las chicas de esa época podían con eso.
Cuando ya estaba lista, me vi al espejo y Wow parecía otra.
-Madame, el Príncipe la espera. Venga conmigo por favor.-
Baje las escaleras pensando cuando despertaría de este extraño sueño.
Cuando ya llegaba al final de la escalera, note que este desconocido príncipe sostenía una especie discusión, con el hombre del chaleco blanco. Este a su vez, tenía algo en sus manos, un libro. Al percatarme era el mismo libro de la librería del pueblo, el mismo que apareció en mi habitación, el mismo que se suponía era mío.
Al percatarse de mi presencia, ceso la discusión y ambos me veían asombrados.
-Te vez mucho mejor.- ¿Qué tal la herida?- Y se dispuso a recibirme extendiendo su brazo.
-Mucho mejor gracias.- Respondí, casi susurrando.
-Acompáñame, comeremos algo.- dijo con una sonrisa, Pero antes de salir de la habitación, el hombre interrumpió nuestro camino.
-Benjamín, lo que haces está mal. Y lo sabes.-
-Asumiré las consecuencias de mis actos, como siempre lo he hecho. Ahora si me disculpas, tengo definitivamente mejores cosas que hacer, que seguir con esta discusión. ¿Entendido?- sentenció.
- Si su alteza.
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Stay: Cruces del Destino
JugendliteraturEs tarde y yo todavía sin poder dormir... No creo poder resistir esto, no creo que sea lo suficientemente fuerte para ser capaz de superar, esta tormenta. La escritura que siempre me logra calmar, ya no es capaz de ayudarme. Pensé que lo había...