La noche era fría, las ramas de los árboles se agitaban con ligera violencia unas contra otras, algunas cedían lo suficiente para terminar en el suelo. El invierno ya jugueteaba anunciando su llegada. Yo estaba a unas calles de su oficina, absorto en mis muchas reflexiones, observando ese paisaje nocturno de personas corriendo deprisa hacia el transporte que los llevaría a su destino, con la luna escondida en algún lugar del oscuro cielo apenas asomándose de vez en cuando y las calles iluminadas por esa luz ámbar de las lámparas.
Entonces lo vi entrar en uno de esos negocios que permanecen abiertos día y noche, y me apresuré a entrar tras él. Me gustaría decir que fue una casualidad el haberlo encontrado en aquella noche fría, pero realmente no lo fue. Lo que tal vez si lo fue, era el hecho de que le gustaba salir las noches frías como a mí, por supuesto que las razones eran muy distintas en realidad.
Era sin duda un tipo común y corriente, que diario iba a su oficina a trabajar, difícilmente cambiaba su ruta o destino. Criatura de hábitos podría decirse.
La primera vez que lo vi, se paró justo al lado mío, por un momento pensé que me hablaba a mí cuando dijo — ya es demasiado, me entretuve más de lo normal—. Solo me le quedé viendo sin decir nada, volteó hacia mí un instante y siguió su camino cruzando a la otra acera. La duda empezó a crecer, no sabía si se había ido al no tener respuesta de mí, tal vez creyó que lo había ignorado.
Me era difícil creer que en verdad me hubiera hablado a mí, casi salgo tras él para asegurarme, pero yo estaba en esa parada de autobús, apenas iluminada por la tenue luz de una lámpara, esperando por alguien más y solo me limité a observar cómo se perdía por esa pequeña calle rápidamente.
Tan rápido como desapareció, me volví a enfocar en mi cita de esa noche y no volví pensar en él hasta la noche siguiente, pero no apareció por ningún lado. El verano apenas terminaba y el otoño saludaba con la brisa cada noche.
A pesar de buscarlo durante algunos meses no lo pude encontrar, por supuesto tampoco puse demasiado empeño en ello. Cuando el otoño comenzó a hacerse más frío anunciando la llegada del invierno, lo vi nuevamente, no muy lejos de donde me encontraba, y decidí comprobar si él en verdad se había dirigido a mí en aquella ocasión. Así que colocándome en su camino lo vi venir hacia mí, con pasos premeditadamente lentos, casi arrastrando los pies aunque sin hacerlo, perdido en sus pensamientos, inhalaba profundamente como queriendo hacerse de todo el aire fresco de la noche.
Debí suponerlo desde el principio, definitivamente no era capaz de verme. Pasó junto a mí, tan cerca que su hombro casi choca conmigo, suponiendo que eso fuera posible. No me vio, sus ojos parecían mirarme directamente, pero no lo hacían. Siguió de largo sin voltear a verme esta vez. La emoción me había ganado por un momento y creí que si podía verme las cosas se pondrían bastante interesantes.
Por siglos he pasado inadvertido y eso no iba a cambiar esa noche. Habían sido solo las circunstancias, pero había guardado una esperanza, por decirlo de alguna manera, siendo quien soy suena extraño hasta para mí. Su sola existencia me recordaría que me había engañado a mí mismo, representaba un triunfo para él, aunque no tuviera ni idea de lo que acababa de suceder.
Pero más allá de haber afectado mi ego, y es que mi narcicismo es bastante justificado debido a las circunstancias de mi poder y ser quien soy, el representaba todo eso que me gusta destruir.
Lo seguí esa vez y otras tantas hasta su casa, a su trabajo, observando a su a familia, a esa que tanto lo ama y sin la cual él no puede vivir. Descubrí que era diferente de los demás, a pesar de tener auto salía caminando del trabajo las noches especialmente frías, un alma de esas que hace tiempo no encontraba, con ese romanticismo absurdo de salir a disfrutar de las noches de brisa fresca y tantas otras cosas que aún no logro comprender. Era amable con todos en su trabajo, y aparentemente todos lo respetaban.
Lo seguí tantas noches que llegué a conocerlo más de lo que me hubiera gustado, y aunque no es la primera vez, siempre he observado a los humanos y ninguno ha sido capaz de impedirme hacer mi trabajo.
Una noche lo seguí a él y a su esposa mientras caminaban muy cerca de donde yo me encontraba en ese momento, me apresuré a dar fin a mi labor de esa noche y puse toda mi atención a ellos. Dejaron a su hijo solo en casa, en verdad que era una tentación, la sangre de las almas jóvenes son las que más me causan placer, pero aún no era el momento, podía esperar un poco más.
Ella se veía especialmente hermosa a la luz de las farolas de ese mirador, con el espectáculo de luces de la ciudad de fondo, él igual de radiante que ella, parecían más enamorados que nunca. Que espectáculo más odioso.
Pocos humanos encuentran un amor tan puro, que hasta pena da destruirlo por solo el placer de hacerlo, y me dije— Y si mejor le perdono...
No, definitivamente no podía dejarlo así.
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Noche de otoño
HorrorInesperadamente la vida de nuestro protagonista se tiñe de rojo. Cuando él creía que todo en su vida iba bien, un terrible mal parece ensañarse contra él y su familia. Acostumbraba a disfrutar de la brisa fría de la noche y cuando regresa a casa ca...