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—Series como esa están sobrevaloradas  —Harry sentado en mi sofá se llevo un trozo de pizza a la boca.

—Sabes, aveces hablas demasiado. Además no es cierto, tú la vez —dije con cierto aire de superioridad.

Era sábado por la tarde y como los pasados fines de semana la hemos pasamos en el pequeño apartamento que conseguí al llegar a la ciudad. Comiendo pizza y mirando los maratones de The Walking Dead en Fox.

—Solo contigo. Es esto o un maratón completo de Harry Potter. —puso los ojos en blanco y me sonrió con malicia.

Ignore su comentario y alcance la soda que estaba encima de la mesa al frente del televisor.

Hace tres semanas que Harry y yo nos habíamos encontrado por primera vez y la cafetería en donde quedamos aquella tarde se había convertido en nuestros punto de encuentro. Aveces cuando estaba sola iba ahí para encontrarlo con una taza de café, un bolígrafo y un cuaderno. Eramos buenos amigos. Harry era increíble, con un sentido del humor bastante peculiar, no hace falta decir que sus chistes de verdad me daban dolor físico, pero a pesar de eso era agradable pasar el rato con él. Parecía tener siempre las palabras correctas y sobre todo sabía cómo meterse bajo mi piel. Me sentía segura. Me sentía en casa.

Sin embargo la confusión y emoción rondaba por mi cabeza siempre que estábamos juntos. Tenia demasiadas preguntas que no me atrevía a decir.

¿Que hacia mi nombre escrito en su cuaderno?

¿Y si fuera otra chica?

Al día siguiente me perturbaba no poder mi horror por la situación. Mi vida fue otra a partir de ese momento,una pequeña ilusión había crecido en mi. Habían tantas cosas que me intrigaban sobre este chico. Podía ser muy amable y lindo. Pero no era un libro abierto para cualquiera.

Harry se levanto del suelo donde había puesto varias sabanas para que estuviera cómodo, ya que solos tenía un sofá donde podíamos estar los dos pero él insistió en dejármelo para mí sola.

—¿Puedo? —dijo, señalando la parte del sofá donde tenía los pies cubiertos con una manta.

—Claro —me abrace a mi misma al abrirle campo.

El sofá era demasiado pequeño o Harry demasiado grande. No pude aguantar la risa al ver como sacaba la lengua mientras trataba de acomodarse dentro del sofá. No era la primera vez, también lo hacia en clase mientras escribía sus apuntes, era gracioso y adorable a la vez. Termino colocando su cabeza sobre mi pecho y dejando sus pies colgando fuera de el.

—Ya me dolía el trasero —dijo en una carcajada.

—Tu lenguita...

—Calla, mis hermanas dicen siempre lo mismo —dijo Harry levantado la vista para que lo viese a los ojos.

—Yo también lo haría —sonreí y puse mis manos sobre sus hombros.

—Ya lo haces —rió. —Pero no es tan molesto como cuando Gemma lo hacia, es diferente contigo

—¿A que te refieres? —pregunte alzando una ceja.

—A que no eres mi hermana y a ti te quiero —respondió.

Me ruboricé un poco al escuchar lo que acaba de decir.Aún que es más difícil de admitir ahora, estaba totalmente enamorada de Harry.

—¿Y a tu hermana no la quieres? —fruncí el ceño, cada día más difícil de entender.

—Sí la quiero pero es diferente —aclaro su garganta y no aparto su ojos de mi.

—A los amigos se les quiere como hermanos, debería ser igual, por que yo... bueno te quiero pero..

—Es un amor diferente, Leah —dijo casi en un susurro.

¿Que trataba de decirme?

—Pero...

—Sabes que aveces hablas demasiado —bromeo repitiendo lo que había dicho antes.

Sonreí y me quede callada solo mirándolo a los ojos. Esos ojos. Estábamos tan cerca. Unos centímetros más y podría saborear sus labios, sentir sus manos, su cabello. Podría sentirlo a él.

Con la sangre aún ardiendo, paso sus manos por dejado de mi camisón acercándome a su cuerpo. Sentí un escalofrío en el momento en el que hizo contacto con mi piel. Estaba tan cerca de su pecho que me aterraba que pudiera sentir el los despavoridos latidos de mi corazón. Pero para entonces los labios de Harry aterrizaron en los míos dejándome sin aliento, me tardo unos segundos responder a su beso. Su lengua buscaba permiso para entrar en mi boca, hice rollos su camisa apretándola con fuerza mientras una de sus manos subía hasta mi mejilla y la otra sostenía mi cuerpo con fuerza, volviendo el beso cada vez más intenso. Todo estaba en silencio, tan solo se escuchaba los sonidos que hacían nuestras bocas. El beso se hizo más lento e igual de reconfortante, haciéndome desear que este momento no acabase nunca.

Leah... —gimió Harry sin romper nuestro beso.

—Sí...

Se apartó y pego su frente a la mía. Podía sentir su agitado aliento sobre mis labios. Era dulce y embriagador, igual a él. Era el mejor de mis sueños.

Estoy enamorado de ti.

El Chico de la Cafetería | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora