Los talismanes de la fémina.

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- "La vida es lo que quieres que sea" -

En una de las esquinas más recónditas del planeta tierra, había un pequeño pueblo en donde abundaba la pobreza, las siembras se secaban, había tristeza, enfermedades y otro poco de padecimientos. El pueblito estaba por desaparecer, la gente se iba en busca de una mejor vida. Pero la mayoría, por más lejos que se fueran, no progresaban, era como si hubiesen estado destinados a sufrir un tormento inmortal. Esta desagradable noticia llegó a los oídos de una mujer sabia, que disgustada por la situación de sus prójimos, optó por visitar el pueblo y ver en que podía ayudar.

Al llegar a la calle principal del pueblo sintió como se posaban sobre ella las miradas punzantes de los pueblerinos, solo se escuchaban murmullos « ¿Quién es?» « ¿Vendrá de la ciudad?» «Esa gran bolsa que tiene... ¿Qué cargará allí?» Los habitantes del pueblo se sorprendían de la llegada de un extraño, no estaban acostumbrados a la venida de alguien, pues, normalmente nadie visitaba ese pueblo.

- ¡No temáis queridos amigos! - Gritó la mujer - Acercaos ¡He venido a ayudaros!

Caminó hasta una fuente abandonada, soltó su pesado bolso y esperó a que los habitantes se acercaran, y así fue, poco a poco mujeres, hombres, niños y niñas salían de sus hogares a ver qué quería esa misteriosa mujer, y un viejo fanfarrón con una escopeta en manos apuntó a la dama y gritó:

- ¿Qué hace usted acá?

- No tema señor - Contestó ella con tranquilidad, mientras veía directamente los ojos de su amenazante- Me enteré que su pueblo está pasando por un mal momento, desde que ocurrió la guerra no han podido emerger.

- Pues, claro que no - Gritó una mujer desde el fondo del público.

- Si, hemos perdido toda esperanza - Gritó un adolescente - Nos morimos de hambre.

- Quienes se van del pueblo terminan regresando porque no mejoran de vida en ningún lado - Dijo una anciana - Este pueblo está maldito, igual que todos los que vienen acá, ¡ESTAMOS CONDENADOS!

- No alarmaros. Permítanme presentarme - Dijo la extraña mientras se quitaba su caperuza oscura de la cabeza y reveló su hermoso rostro lozano de tez canela y sus enormes ojos y largo cabello; ambos negros como la sombra - Me llamo Tikvá y vengo desde muy lejos a traeros unos talismanes, que además de daros alegría, os concederá todos vuestros deseos.

La gente se quedó embobada ante las palabras de la joven, ¿Talismanes que conceden deseos?, la muchedumbre creía que era un engaño de la mujer para quedarse con lo poco que ellos tenían.

- Confianza, damas y caballeros - Dijo la mujer - Tengan fe.

Hubo un silencio.

- ¿Qué es la fe? - Dijo un niño que se acercó a la chica de los talismanes, pero su madre lo sujetó del brazo para que no se alejara - Nunca escuché de eso.

- Pequeño, la fe... - Dijo Tikvá, se acercó y se arrodilló para estar a su altura - La fe es aquello capaz de detener el viento si tú lo quisieras.

- Entonces yo quiero tener fe - Dijo el niño con alegría.

- Pues, ven conmigo, te daré un talismán, pides el deseo y se te concederá la fe - Respondió ella tendiéndole la mano - Señora, usted también puede tener un talismán y pedir su deseo, venga, es más, hay talismanes para todos.

Nadie contestó, todos se vieron las caras, otros rieron pensando que Tikvá estaba loca. El niño soltó la mano de su mamá y fue con Tikvá. La madre fue tras ellos. Entonces Tikvá sacó de la enorme bolsa dos joyas que parecían búhos, ambos idénticos, con grandes ojos negros y un cuerpo de colores llamativos. Tikvá entregó uno a cada uno, todos miraron con curiosidad esperando que pasara algo.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2014 ⏰

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