Enigma de Hierro

316 25 3
                                    

- ¿Ya casi estás lista?

Mientras termino de arreglarme y ponerme un elegante listón de oscuro color por mi azulada cabellera escucho una irritada voz de mi novio en la planta baja lo cual provoca el estremecerme de una horrible manera.

Pero me quedo mirando fijamente en un punto cualquiera de mi rostro reflejado, y la verdad era que me estaba quedando absorta de mis pensamientos de nueva cuenta:

Ese chico de nuevo...

Mencioné.

Me encontraba en lo que era al parecer en medio de una batalla. El hermoso lugar de inigualables árboles estaba siendo arruinado por el deseo de sobrevivir el uno del otro, pero, ¿quién era esa otra persona? No he de saberlo, era un enigma que no resolvería sólo sabía que debía defenderme.

Lo interesante era que yo usaba magia y él se podía hacer sus manos de hierro e incluso, ¡Comer hierro! Pero lo más extraño era que siempre tenía aquella batalla con esa persona quien en el sueño fuese como si lo conociera y nuestro efrentamiento estuviese perfectamente ensayado en una ligera y coordinada danza como si uno supiera lo que pronto haría el otro y cederle aquél movimiento frágil y de gracia que haría, en la vida real me preguntaba sobre su identidad pero como era de costumbre, concluía de que era un producto de mi imaginación y falta de cordura, que su largo cabello de oscuro color, su fornida figura, sus ojos de un intenso color rojo que me hipnotizaban, todo aquello que era ficticio.

Salgo de mis pensamientos.

Me observo por última vez en el espejo que me rebasa en estatura: el lindo vestido de blanquecino color adornado de hermosas flores e hilos dorados que portaba, todo ésto era a que aprobara la vestimenta de ésta ocasión en la cual sabía lo importante que era para él.

El sonido de mis tacones suenan a toda prisa por las inmensas escaleras, prefería que se escuchara aquello que el ordenar de Cheney.

- Vaya, creí que saldrías dentro de otro milenio, ¿en serio te llevarás eso? Chicas de baja clase han de vestir con mejor elección.

Agaché la mirada.

Ésta vez no lloraré... seré fuerte...

A veces me cuestionaba entre lágrimas el por qué amaba a alguien como él. Entonces siento un agarre en mi cintura y mis labios chocar con los de él, al darme cuenta de que sus besos me volvían loca persuadía mis dudas, pero pronto pensamientos me decían otra cosa.

Ése cuento ya me lo sé...
Siempre es lo mismo...
Lo hace cuando quiere, ¿En serio Levy Mcgarden? Hasta cuándo, ¿hasta cuándo te seguirás mintiendo de que cambiará?

- Vámonos o llegaremos tarde a la reunión de los Redfox.

Con una voz demandante subí al elegante auto que con una ignición arrancó camino a la reunión.

Durante el camino hubo un gran silencio.

- ¿Acaso piensas estar así en la Mansión Redfox? Tienes que ser sociable o decepcionarás a tu familia McGarden, y a mí.

- No, amor...

- ¿Amor?

Respiro hondo y resisto las ganas de estallar en lágrimas, ¿por qué ni siquiera podía decirle así?

- Lo siento, Cheney...

- Que no vuelva a ocurrir.

Quita sus oscuros ojos de furia sobre mí, para volver su vista a la carretera donde la única luz en existencia eran los plateados rayos de la luna en un paisaje de sombríos pinos y plantas silvestres que danzaban al compás de el aire.

Enigma de Hierro (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora