Ensayo, "cambiar el mundo".

84 0 0
                                    


Desde que nacemos, comenzamos a adquirir saberes: el aprender a caminar, aprender a hablar. Cuando somos bebés, nuestra mente está apta para aprender cualquier cosa que se nos quiera enseñar, tenemos una universalidad de idiomas que emplear, pero luego de los nueve meses se pierde gracias a la constancia de nuestros padres de hablar en un mismo idioma siempre. Esta idea relata el autor Mariano Sigman, en su libro "La vida secreta de la mente". Con el paso del tiempo, ingresamos al jardín nos relacionamos con chicos de nuestra edad, con una señorita que nos dice "hay que compartir", "no peleen", "a guardar, a guardar cada cosa en su lugar, sin romper, sin romper, que mañana hay que volver". Entonces valores como, la bondad, la generosidad, el respeto, son elementos que debemos utilizar en cada momento de nuestra vida.

La cuestión es, ¿Ponemos en práctica todos estos saberes que nos inculcan desde pequeños? La verdad es que no todos las empleamos.

Por ejemplo, quién no viajó en un tren o un colectivo y no vio la rapidez con la que se "duerme" la gente cuando ve a una embarazada o una persona de poca movilidad. Es increíble ¿No? Hay veces que cuesta tanto dormir, que me distraigo con el teléfono y pasan los minutos, incluso horas y no consigo hacerlo. A veces quiero tener esa facilidad que tienen los que caen en un profundo sueño con tal de no dar el asiento y parece imposible despertarlos. Pero obviamente, nadie se pone a pensar en las circunstancias que puede causar un acto tan pequeño como ceder el asiento. SI una embarazada se golpea por la inercia, puede tener complicaciones en su embarazo.

El otro día, leí algo que posteó una amiga, en Facebook, que me dejó pensando. Contaba a cerca de un chico de nuestra edad que viajaba en colectivo y le decía al padre "mirá papá, los árboles nos siguen, las casas se mueven". Al seguir escuchando frases similares, una pareja que se encontraba detrás del chico comenzó a sacar sus propias conclusiones y el padre harto de escucharlos le dice "mi hijo perdió la vista desde muy pequeño y recién hoy está empezando a percibir las imágenes".

Con esto, no pretendemos dar lástima, sino generar conciencia a cerca de nuestros actos, ¿Por qué prejuzgamos? Si sabemos que está mal. Nos estancamos en lo fácil, porque lo difícil cuesta trabajo, aún lo que queremos es difícil nos quedamos en la mediocridad por no intentar algo nuevo. Tal como dice la profesora de Literatura Liliana Maturo "no podemos quedarnos en la mediocridad". Sí tenemos todos los elementos para lograr lo que deseamos. A todos nos molesta la falta de respeto pero, ¿Nosotros respetamos a TODOS?

Si somos sinceros, en algún momento, por alguna razón, habremos faltado el respeto a alguien. O tal vez alguien orgulloso puede pensar que no, y así está mintiendo. No todos tienen en claro que mentirse a uno mismo también es mentir.

La mentira es otro tema de debate ya que si preguntamos si está bien mentir muchos se quedarán pensando en una respuesta que suene correcta para los demás como también en la respuesta que sea relativa a sus actos. El ser honestos es algo que debemos ser. Ser honesto es ser decente. Seamos decentes, para mejorarnos como persona y no generar problemas a otros. Tenemos que tratar de ser humilde, comprensivos y ubicados hacia terceros.

Si tomamos todos estos valores humanos como el respeto, la honestidad, la bondad, la generosidad y la humildad y la ponemos en práctica, podemos asegurar un clima más apropiado y cómodo para cualquier persona.


28|03|16

Mi desastrosa vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora