Un Viaje Inesperado

Noche

Una noche oscura, solo la luz de la luna. Siete días y una rosa deshojandose, partí con una confianza repentina, una convicción, quizás, momentánea.

Ese deseo de verlo me consumía. Mi repentino actuar dejó perplejo a más de uno, pero debía ir porque no lo soportaría ni un minuto más.

Corrí sin escuchar nada, eran las mismas frases insípidas de cada día.

Una distancia de tan solo siete cuadras que siempre se me hizo infinita, esa puerta verde que daba paso a una serie de recuerdos, todos se agolpaban en mi mente. Llamé a la puerta con un optimismo palpable, pero este desapareció en un par de segundos.

No era la misma persona que habia conocido, se había transformado; se convirtió en una bestia.

Ese rechazo, el dolor en mis ojos, no se atrevía siquiera a mirarme. Levanté su rostro en busca del amor que estuvo presente hace tan solo seis días, solo logré ver angustia y sufrimiento; no eran sus sentimientos, no era él, estaba siendo manipulado.

Con un hilo de voz dije adiós y me fui lentamente sin creerlo, antes de que fuera tarde me gritó que me tendría en su corazón, en una fría respuesta le dije que no podía decir lo mismo porque el mío estaba destrozado.

Resignado volví a mi casa, me puse la bata y me recosté en la cama mirando a un punto fijo, observando esa rosa marchita. Probablemente nadie lo sabía, pero yo moría internamente, de dolor y amor.

El mal tiempo combinaba con mis sentimientos, lo último que recordaría era la mesa iluminada, la escalera oscura y esa puerta verde. Después de esto ya nada importaba, la rosa estaba marchita y mi corazón destrozado.

Lograron forzosamente matar nuestro amor.