Llegó el día de nuestro cumpleaños. Por suerte, ese año cayó en sábado, y muy inteligente de mi parte el hecho de quererme levantar a las ocho de la mañana, por supuesto a tío Karl y a Marth también.
-Marth... -
-... Mm... *Zzz...* -aún dormía.
-Marth.-
-Mm... no... -
-¿... ? -
«¿Qué estará soñando?»
-Maaarth... -subí un poco el tono.
-*Aah....*.-suspiraba como si le estuvieran haciendo algo desagradable.
-... ¿Marth? -
-... ¿Z-zea... ? -
-¡... ! -
Me fijé en su cara, vi algo nuevo en él. Terror, su ceño fruncido lo demostraba.
«No sé ahora si es buena idea despertarle, podría sacarlo de su pesadilla y eso tal vez ayudaría...»
-... N-no... -
-Shh... tranquilo... -
-... -de pronto se calmó, como si realmente mis palabras le hubieran hecho relajarse.
«Parece que ya está mejor, lo dejaré un rato en paz. Mm... vaya, pero me gustaría despertar primero a Marth. Al final me vuelvo a mi cuarto, he cortado mi sueño sin sentido...»
Como era de esperar, mi genial torpeza hizo que me durmiera más de la cuenta, despertándome a las doce del mediodía.
-Mm... anda... me he quedado frita... ¡Uy coño! ¡Que son más de las doce! -reaccioné rápidamente saliendo de la cama de un brinco.
Fui a abrir la puerta, pero ésta, ya se estaba abriendo. Marth, desde el otro lado, había girado el pomo lentamente para saludarme como rutinariamente. Quedó algo sorprendido, pues pensaba que aún estaría babeando la almohada, y de hecho, tenía una baba aún en mi cara. La limpié velozmente con la manga del pijama.
-M-marth... eh... -
-... -
-¡Felicidades! -subí ambos brazos arriba.
-Ja, gracias... A ti también.-
-... -estendí los brazos hacia su dirección indicándole que nos abrazáramos de una manera fraternal. -Aiiish... -dejé escapar un extraño somido cariñoso.
Cuando nos separamos, me excusé de no haberle despertado antes.
-Ja, ja... ya veo... -
-... ¿Desde... cuándo estás despierto? -
-Desde hace unos minutos, no mucho.-
-¿Tío Karl ha bajado? -
-Eh... no.-
-Otro que sigue durmiendo, ja, ja... -le miré pícaramente. -¿Vamos a darle un susto? -
-Je... está bien, te sigo.-
A unos pasos ante la habitación de tío Karl, se escuchaban sus ronquidos.
-Shh... -hice una señal antes de entrar.
Me desplacé hasta los pies de la cama de puntillas evitando hacer ruido al pisar el parqué que de vez en cuando crujía.
Entonces deslicé la palma de mi mano para encontrar los pinreles de tío Karl, la única zona en todo su cuerpo en la que tenía cosquillas.
Le di unos segundos a Marth para que se pusiera a mi lado, así, los dos gritaríamos en cuanto abriera los ojos.
Al principio, rocé las yemas de mis dedos suavemente, poco a poco, iba aumentando la velocidad. Tardó en hacer algo, pero finalmente, movió las piernas mostrando queja.
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Ángel de la oscuridad
Rastgele•(Editando)• Siempre que nos hablan de la religión, pensamos en Dios, la Biblia o los demonios. Nunca me ha gustado la religión, no creo en Dios ni soy católica. Todo lo contrario, atea hasta la muerte. Si de verdad hubiera un dios todo poderoso qu...