Lazos

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Los días se convirtieron en meses... Takeru cada vez se acostumbraba más a la vida en el pueblo conmigo. Aún fiel a su promesa, nos entrenábamos todos los días con los cargamentos y con los makiwara; cada día que pasaba notaba cómo él se volvía más fuerte, avanzaba mucho más rápido que yo cuando tenía su edad... ahora era capaz de cargar la misma cantidad de cajas que yo podía, en un tiempo aún menor a pesar de su pequeño cuerpo, mientras que en esos momentos solo podía sentirme orgulloso por él.

El otoño se había marchado para dar comienzo a un helado invierno, en esta época la nieve era bastante común, pero con o sin ella, los cargamentos llegaban de igual manera.

Comenzaba el primer día nevado, nos levantamos y desayunamos los mismos gustos de siempre, ya qué ahora tenía a alguien más que me ayudaba en el trabajo, la paga aumentó, por lo que podíamos darnos algunos gustos que antes no... en especial la preciada mantequilla y el chocolate de Takeru.

Comenzamos a movernos, sin embargo, a pocos momentos de comenzar a salir, Takeru se extraña cuando de un momento a otro me dirijo a un pequeño estante, a la vez que este se queda completamente estático cuando le mostré una bufanda y unas pequeñas botitas negras junto con un gorro de lana azul, que me había conseguido hace unas semanas atrás con mucho esfuerzo junto con Hina, ya que sabía que tarde o temprano Takeru tendría que utilizarlos durante el invierno.

—Ni siquiera lo pienses...— dijo fastidiado el pokémon, sonrojándose levemente— no me he doblegado tanto, como para vestir ropa de humanos...— decretó para después mirar hacia otro lado, inflando sus mejillas.

—Está bien... — dije fastidiado a la vez que abría la puerta, a lo que de esta entró todo el aire frío del exterior, haciendo tiritar a Takeru, mientras que yo comenzaba a reír por lo bajo ante lo mismo.

—¡No es ningún problema!— dijo el orgulloso, para después al instante dar un salto hacia afuera intentando soportar el frío, a lo que sus patitas desnudas junto con sus manos se enterraron en la nieve...

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—¡Gyaaaaaa!— un gruñido se escuchó por todo el pueblo, exaltando a sus habitantes debido al volumen del mismo.

El Riolu, de otro salto, volvió directo a su cama, tapándose con la manta a la vez que tiritaba por el frío, mientras que yo ya no aguantaba la risa... empezando a hacerlo irremediablemente.

Los segundos pasaron, mientras que mis risas era lo único que se escuchaba, a la vez que el encabronamiento de Takeru crecía a paso agigantados ante aquello a lo que este, ya más temperado, salió de su cama encabronado con sus ojos cerrados, mientras salía vapor de sus patas y manos... dando a conocer sus obvias intenciones, a lo que mi pelo se erizó al pensar que el pequeño pokémon me mataría por haberme reído.

—¡No!— grité aterrado —¡En la cara no!— dije entre lágrimas a la vez que me tapaba el rostro con mis antebrazos.

No era la primera vez que el pokémon me daba un golpe... estaban incluso al nivel de los de Hina.

Takeru se puso delante de mí; aún con la mirada asesina, a lo que en un rápido movimiento me exalta cuando este saca de mis manos la bufanda, los zapatos y el gorro, para después comenzar a colocárselos, avergonzado...

Me quedé absorto en el pequeño ser, que se veía extremadamente tierno con la ropa puesta, a lo que yo no pude evitar poner ojos enormes y cristalinos.

—Dios te ves tan tierno~— le dije con voz infantil, a lo que Takeru al instante me dio un golpe en la cabeza... bien merecido.

—¡Serás!...— gritó fastidiado Takeru con un tic en el ojo.

Lazos de auraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora