Capítulo treinta y ocho

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Mil perdones por perderme tanto tiempo. Estaba enferma y no podía escribir. Ahora estoy mejor y pude subir el capítulo  que tenía que haber subido hace muuuuuuuucho tiempo jajajaj. Perdón otra vez. Espero que lo disfruten ya que se acerca el final.

Me desperté cuando sentí que los pájaros empezaban a cantar a lo lejos. Sonreí sin abrir los ojos al recordar que él había dormido conmigo. Pero al abrirlos ya no estaba. Me dolió pensar que fui tan tonta al dormirme y perder tiempo con él.

Me arreglé un poco el cabello ya que mucho arreglo no tenía y bajé a desayunar. Alice ya no estaba, había dejado una nota sobre la mesa de la cocina que decía que hoy era su día libre y que había aprovechado para ir hasta Ravenswood (el pueblo que limita con Rosewood) para hacer la compra de comida del mes.
Al llegar al instituto busqué el flamante Ford último modelo de Ian. Allí estaba brillando como un diamante al rayo del sol. Sí, hoy estaba soleado en Rosewood.
- ¿Cómo puedes caminar bajo el sol? Los anteriores días no venías al instituto si había sol – le pregunté a Ian durante la primera clase en la que estábamos juntos: Biología.
- Mi familia ha adquirido unos viejos anillos creados por una bruja que protegen a las personas como nosotros del sol. Ya sabes, nos quema la piel.
- Alice me dijo que te lo regaló Katherine cuando te convertiste.
- Sí, pero mis hermanos y mis padres no tenían uno así. Lo han conseguido hace muy poco tiempo. Han usado el mío como modelo – rió. Su sonrisa era cada vez más hermosa y su existencia cada vez más intrigante. No podía estar un segundo sin que se me ocurra alguna pregunta para hacerle. Era imposible no querer saber sobre algo tan… increíble, atrapante, sobrenatural.
- ¿Tiene un vampiro algún punto débil? – pregunté después de un gran silencio donde mis pensamientos me invadieron. Pude sentir la mirada de Ian sobre mí durante todo ese tiempo.
- No sé si podré contártelo – rió –, no quiero que me mates – le pegué muy despacio en su hombro. Jamás me atrevería a hacerle daño alguno. Él era lo más importante que tengo en mi infeliz vida –. Hay varias cosas que nos debilitan. Por ejemplo: la verbena, la sed y la madera, entre otras cosas.
- ¿Las famosas estacas en el corazón hacen que se conviertan en polvo? – pregunté sorprendida.
- No exactamente en polvo, pero sí, nos mata. Hasta una simple astilla puede hacer que nos debilitemos.
- ¿Es muy diferente el sabor a sangre humana que a sangre animal? – pregunté un poco aterrada. Sentía miedo de que algún día, por un extraño motivo, él tenga deseos de probar mi sangre.
- Sí, es más deliciosa. La sangre humana nos da más resistencia, fuerza, estabilidad. Pero la sangre de un animal nos ayuda bastante. Pero nada se compara a un humano – palidecí y él rió – ¡Tranquila! ¡No voy a matarte a ti! – me abrazó y me besó la frente. Era tan dulce, sus fríos labios sobre mi cálida piel hacía que mis piernas se debiliten y mi corazón empiece a latir más rápido que lo normal.
- Si un vampiro muerde a una persona pero no bebe del todo su sangre, por lo que esa persona queda convaleciente y luego se recupera, ¿se convierte en vampiro?
- No – rió –, esa persona humana debe beber sangre de un vampiro y luego morir. Pueden pasar veinticuatro horas o unos pocos minutos hasta que esa persona pueda convertirse en inmortal. La sangre de vampiro tiene que invadir todo su cuerpo luego de que su sangre humana deje de correr por el mismo.

Todo lo que aprendí sobre los vampiros hoy fue increíble. Ellos son seres realmente únicos. Pueden estar en cualquier lugar en menos de lo que canta un gallo. Pueden eliminar pensamientos o situaciones, pueden ver el futuro, pueden hacer millones de cosas que un humano jamás podría. Cada vez estoy más convencida de que quiero formar parte de ellos. Quiero ser una de ellos. Quiero convertirme en vampiro.
Pero por otro lado no quiero dejar de ser humana. No quiero tener que depender de sangre, no quiero tener el deseo de matar a una persona inocente para poder seguir viviendo. No quiero ni imaginarme lo que podría llegar a sentir cuando eso suceda. No puedo matar a un simple conejo cuando mi padre me lleva de caza, menos podré matar a una persona. Tampoco quiero dejar de crecer, de llegar a ser un adulto y poder tener mi propia familia. No quiero que nada me impida poder lograr tener lo que más deseé durante toda mi infancia: una familia unida.
¡Pero qué es lo que estoy diciendo! ¡Tendré una familia unida! Una nueva familia vampírica. Ellos son más unidos que cualquier familia que pueda conocer. Incluso ni mi familia fue así de unida.

- Ian, quiero que me conviertas – dije cuando lo sentí detrás de mí en medio de la oscuridad de mi cuarto.

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora