Las Agujas

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Pienso y mientras tanto, una colmena de abejas en el techo canta para mi.

Les digo que suban el volumen, pero ellas me quieren escuchar.
Mientras intento leer a oscuras, las maderas del suelo se astillan a si mismas, se odian.

La vela que me alumbra se apagó, mi seño se frunce sin razón aparente, tal vez me moleste la oscuridad, pero miro el reloj y pienso "Ya Es Demasiado Tarde".

Me acuesto en la cama y intento cerrar los ojos, pero no pasa de un pestañeo.

Me siento a orillas de la cama, y semi cerrando los ojos miro su foto, con las yemas de mis pulgares acarició la parte de la foto donde está ella, y la lluvia cae.

Pienso en cuanto tiempo he desperdiciado leyendo.

La perilla de la puerta está cubierta de polvo y telaraña.
El candelabro y sus cristales dejaban caer reflejos de la luz lunar.

Y los gritos del viento señalaban la tempestad.

-Mira... Querida, cómo ha crecido el huerto, tanto que ya no puede más -
Dije mirando por la ventana, sujetando su foto.

Ha pasado tanto desde que alguien salió por esa puerta, y ha pasado mucho más desde que alguien entró por ella.

Y dime... Cómo son las cosas que no entiendo, mis libros no hablan de eso.

- La amistad de una criatura, El Sol y la Luna, El Mar sin dueño...-
Hojeando un libro tras otro intentando ver si hablaban de algo más, como de lo que me contabas.

Pasaban las horas y el reloj llorando porque casi acaba mi turno.

TIC! TAC! TIC!....

Es musica para mis oídos.

Quiero vivir soñando, que vivo en esa estrella, y dormirme para siempre creyendo que estoy vivo.

Y si vivo es por una razón, y su contrariedad igual.

Tras repasar mi librero de cabo a rabo, me doy cuenta que ya falta poco para que el sol salga.

Nunca he visto el amanecer nacer.

Con la poca fuerza que queda, saqué una silla al patio, me senté.

Ella venia por ese camino empedrado.

Con su misma sonrisa de siempre.
Su vestido color marrón y un sombrero con una flor de plástico.

Se sentó en una piedra, y me dijo adiós con la mano.

-¡El amanecer!-
Nunca había visto algo tan hermoso.
Llego mi hora de nacer igual, en otra parte y en otro tiempo.

Porque este que tengo, se acabó.

El Hombre Que Simplemente No Podía DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora