Me encontraba en mi casa en una tarde de finales de verano e inicios de lo que prometía ser un hermoso otoño cerca del puerto de Manhattan en Nueva York. Aproximadamente a las 7 de la noche fue cuando el cartero visitó nuestra casa, salí hacia el buzón para recoger la correspondencia cuando vi que una de las cartas iba dirigida hacia mí, venía de mi tío el cual servía para la guardia costera como cuidador del faro en una isla remota y lejana invitándome a que fuera para allá, así que a la mañana siguiente comencé a organizarme para el viaje y guardé la carta en un cajón de un mueble en mi cuarto.
Fui hacia el puerto, tome mi lancha y soltando amarras zarpé aproximadamente a las 8 de la noche cuando ya estaba oscuro. El ocaso estaba llegando y a lo lejos pude ver la brillante luz del faro encendido en la noche, después de un buen rato de navegar a paso de un par de remos llegué al astillero de la isla que era un pequeño muelle de madera en el cual atraqué, y me dirigí a subir a la isla vía unos cuantos escalones de piedra, al subirlos quedé frente a frente al faro a unos 7 metros, así que camine hacia él. Justo al lado de la puerta de la entrada del mismo había unas pequeñas macetas con bellas flores, en una de ellas, especialmente en la de la derecha pude distinguir una llave dorada con la cual pude entrar a la torre, cuya puerta, para ese momento estaba cerrada, el entrar pensé que me iba a encontrar a mi tío pero en el faro no se oía nada, parecía estar vacío.
El primer piso que era común y corriente, solo había un perchero con un sombrero, una entrada al sótano cerrada con un candado y una cubeta de metal, me pareció raro ver eso así que subí al segundo piso donde únicamente había un sillón, una lámpara de piso y en la pared, un cuadro que tenía una foto del faro con los dueños originales, supuse yo, admiré un rato esa fotografía que me parecía muy interesante y luego bajé a seguir recorriendo la isla. La foto revelaba un momento antiquísimo en el año 1894 donde se mostraba una familia que posaba al lado de la torre en un ambiente de tormenta, donde se vivía la calma que la antecedía...
Tras la torre había una letrina, la cual tenía unas tijeras de jardinería apoyadas a su lado, no hice más que cuestionarme el hecho de admirar por primera vez una clásica letrina de madera que tenía una luna tallada en la parte superior de la puerta. Salí del lugar para continuar recorriendo la isla. Frente a la explanada del faro había un señalamiento, que al tenerlo enfrente, decía que al lado izquierdo llegaría a una cueva y al derecho, un bosque, así que opté por ir lado izquierdo, caminé por el sendero y encontré una fogata que estaba ardiendo y no había nadie que cuidara ese fuego y vi que entre las brasas del mismo había algo que era como un disco de metal como color de bronce, -Bueno tendré que recuperar este disco-, pensé.
Así regrese por el mismo camino y fui hacia el faro, tomé la cubeta. -Recolectaré algo de agua y apagaré la fogata-. Así que seguí el mismo sendero pasando la fogata esperando buscar una playa para recolectar al agua, no sentía deseos de bajar al astillero y ahí recolectarla, deseaba conocer más todo el islote, cuando encontré una división de caminos, uno de ellos estaba tapado por hierbas malas; si seguía derecho encontraba un observatorio y del lado izquierdo había unas escaleras que bajaban hasta el mar que rompía en las rocas y la arena, así que pensé -Bueno ahí hay agua- bajé los peldaños temerosamente que estaban labrados en la roca hasta llegar a la espuma del agua y con la cubeta recuperé unos 5 litros. Regresé a la fogata y apagué el misterioso y solitario fuego, mientras dejé que se enfriara el disco de bronce que acababa de encontrar, fui rumbo a la letrina que tenía las tijeras de jardinería para lograr cortar la hierba mala y poder avanzar entre las rocas de la isla; al cortar la maleza vi una estructura que se alzaba al fondo del lugar, era un pequeño cobertizo, una vez que tenía la puerta frente a mí y observé que estaba cerrada y que tenía un patrón interesante para desbloquearla, tenía que escribir una serie de 4 números en un tablero, así que indagué en números que significaran algo, después de 10 minutos de no darme por vencido al combinar 4 números, la fotografía que había visto en el segundo piso del faro llegó a mi mente como un recurso de ayuda y sin dudar, seleccione en cada espacio 1.8.9.4 y la puerta se abrió sorpresivamente, los sonidos metálicos dentro de la chapa al abrir produjo en mi un sentimiento de superación y de estar descifrando algo desconocido.