Marshall estaba sentado en el trono que próximamente sería suyo, estaba cansado de que su padre estuviera obsesionado en encontrar a la chica que compartiría el trono con él.
-¿Hijo cual eliges?, ¿la Princesa del Espacio Grumoso o La Princesa Joya?- decía su padre emocionado.
-¡Ay Papá estoy harto, ninguna de ellas me gusta y no quiero casarme por obligación, me largo de aquí!-gritó eufórico ganándose una mirada asesina de su padre.
-¡No te me vas de aquí, te casarás con alguna de ellas te guste o no!- estaba molesto demasiado sin embargo para Marshall eso no es problema porque casi siempre se salía con la suya.
-¡Oblígame!-desafió-¡No me importa ese absurdo reinado, y no me obligues a quedarme porque no lo haré!
-Bueno, si te vas dale saludos a Marceline de mi parte, además vamos a ver cuanto tiempo duras afuera, jaja, después no te quiero ver suplicándome a que te acepte de nuevo.
-¿Qué crees?, ¿Qué no se cuidarme solo?, sólo te diré que en tus sueños solamente me verás suplicándote, porque en realidad no pasará. ¡Marshall fuera!- dio media vuelta y se fue flotando hacia la salida.
Se la pasó horas "caminando" por el bosque, pensando donde se quedaría pero al ver que todavía le faltaba camino por recorrer se quedo a descansar y comenzó a llover.
-¡Cielos!, ya es de noche, tengo frío, hambre, no tengo refugio y... ¡Ah una manzana!- absorbió el color de ésta misma y prosiguió a caminar con la energía que la manzana le había proporcionado.
-¡Ohm... tengo sueño!- cayó dormido en el suelo mientras las gotas de la lluvia seguían cayendo de manera precipitada en el "congelado" cuerpo de Marshall.
Después de esa estruendosa tormenta, un cálido sol se hacia presente en todo el reino de Ooo y Aaa y nos encontramos con un vampiro dormido de una manera tan tierna en una cama del lugar que el nunca se atrevería a ir por su propia cuenta, el Dulce Reino.
-¡Ohm, que bien dormí!-estirándose y sacudiendo su cabello- Voy a levantarme y seguir caminan.... ¿pero qué rayos?, ¿Qué hago yo aquí?-se preguntaba para sí mismo.
-¡¿No, no es lo que estoy pensando cierto?! , todo menos con la cara de chicle esa- decía para si mismo al ver que no llevaba puesta la misma ropa sino una pijama y notar lo rosa en todos lados.
Marshall oyó que alguien abría la puerta con una llave, él solo atinó a fingir que todavía seguía durmiendo, pero para su sorpresa era el mayordomo de la Princesa, Mentita.
-¿Qué raro, sigue dormido?, es una buena noticia, ¡pero cuando la Princesa se entere de esto sí que se molestará!- se decía para sí Mentita que no dejaba de dar vueltas.
El vampiro ya se había enterado de que no tuvo nada con la Princesa y que sólo fue Mentita quien lo llevó hasta aquí, pero y ¿si le pedía a la princesa que le diera refugio?, ¿Qué por lo menos le diera un cuarto mientras él buscaba otro lugar?, todas esas interrogantes rondaban en la mente de nuestro amigo.
Mentita ya había salido del cuarto donde se encontraba Marshall y éste al ver que no se encontraba en las cercanías, decidió buscar el laboratorio de la Princesa a hacer lo que no le pediría a nadie mas , hospitalidad.
-Entonces si multiplicamos la raíz podríamos llegar a... No, no está mal ¿Cómo podré hacer tan rápido ese elixir que crea manzanas instantáneas?- se reprendía a si misma, pero rápidamente oyó un ruido, sin embargo no le prestó atención, hasta que un fugaz Marshall le dio un tremendo susto dejándola "pálida"del miedo.
-¡M-Marshall, m-me asustaste!- gritó la Dulce princesa.
-¡Oh así que la rosadita tiene miedo!- en tono burlón esto sólo ocasiona que la chica ruede los ojos.
-Escúpelo, ¿qué quieres?- carraspeo la pelirosa.
-Bueno... yo...- fue interrumpido.
-¿Qué te quedaste sin casa?- con sarcasmo en su voz, Marshall se sorprendió por lo rápido que respondió.
-¿Cómo sabías?, ¿acaso eres adivina?- inquirió el pelinegro.
- Era de esperar que un vago irrespetuoso como TÚ terminara en la calle- dijo la Princesa sin chistar.
-Oye primero y principal yo HUÍ no me echaron, segundo yo vengo en son de paz, tercero tu eres laprimera persona que le pido esto, así que por favor... ¡te lo ruego!- decía Marshall con sinceridad.
-No, no te daré hospitalidad en mi reino, porque no le pides, no sé a Fionna, Finn, Marceline tu prima hermana o a una de las tantas admiradoras que tienes por ahí- se notaba la furia de sus palabras.
-Es que me da vergüenza decírselo a ellos, por lo menos pedírtelo a ti es fácil, digo ¿acaso tenemos una amistad ya sabes "normal"?, te aseguro que ni sabrás que existo.
-¡No!
-¡Si!
-¡No!
-¡Si!
-¡No!
-¡Si!
-¡Si!
-¡No!
-¡Já! gané yo- celebraba victoriosa la Dulce Princesa.
-Por favor, vale no seas mala- dijo mientras se sujetaba de las piernas de la Princesa para no dejarla ir.
-¡Bájate de encima!- forcejeaba para soltarse de su agarre, pero él, era más fuerte haciendo que ésta se rindiera y diera la frase culminante- ¡Esta bien te puedes quedar!
-¡En serio!, ¡gracias! Y yo que creía que eras una chica mala onda y aburrida... digo te lo agradeceré por siempre- se corrigió a tiempo y soltó las piernas de la princesa.
-¡Pero eso si, hay que poner reglas aquí!- agregó la pelirosa.
- Ay, la parte que más detesto- decía fastidiado de que en cada lugar donde se dirigiera hubieran reglas estorbando su paz.
-Nada de Rock sólo música clásica, tu desorden lo limpiarás, no tienes sirvientes aquí, bueno si pero, tu desorden tu problema, deberás respetar mi privacidad....- y antes de que pudiera terminar se oye la voz de Marshall quejándose de todas esas reglas.
-¡¿Qué?! , ¿Nada de Rock?, Estas loca, ni creas que voy a tirar mi bajo-hacha a la basura y ni hablar de limpiar mi desorden ¿para qué sirven los Estúpidos sirvientes aquí?
- Mi casa o mejor dicho ¡MI PALACIO, MIS REGLAS!- Culminó y se dirigió a su habitación dejando al pobre Marshall sólo en el laboratorio y muy molesto de no ganar la batalla esta vez.
Continuará
Este es un fanfic que inicialmente publiqué en FF.net y que tuvo buena acogida por parte de las personas espero que aquí en wattpad le den una oportunidad, es mi primera obra subida aquí! Gracias.
