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Y sin embargo, el día siguiente no fue perfecto. Ni siquiera se acercó a la definición de un día "decente".

Todo lo malo que no pasó por dos días, se juntó como una enorme nube negra de insultos, golpes y desprecio que abatió terriblemente al chico de cabello azul.

Y cuando llegó al parque con los ojos rojos y las mangas de su suéter más largas de lo usual, Luke supo que algo muy malo había sucedido.

— ¿Michael? ¿Mikey? —preguntó cuándo vio al chico llegar—. ¿Qué sucede?

Pero Michael no se acercó y retrocedió un par de pasos ante su avance.

—Yo... me tengo que ir Luke —tartamudeó jalando aún más las mangas de su suéter—. No puedo quedarme, lo siento.

— ¿Irte? —Los ojos del rubio se llenaron de pánico —. ¿Por qué? ¿Acaso sucede algo malo?

—No... estoy bien —Michael se dio la media vuelta—. Te veo mañana, Luke.

—Espera, Mikey —tomó de la muñeca a su amigo con intención de detenerlo.

Todo pasó demasiado rápido. La presión de los dedos de Luke en la muñeca de Michael, la mueca de dolor de éste junto con un pequeño grito. Los azules ojos del rubio abriéndose de en par en par para finalizar en la mirada atemorizada del pálido chico.

Luke lo giró lentamente y aún más lentamente agarró su manga y la subió hasta los codos de su chico.

Y tal como lo sospechaba, todo el pálido brazo estaba lleno de rojas cicatrices. Zigzagueantes cortes que atravesaban su blanca piel como un extraño y macabro código.

— ¿Michael? —Preguntó con un hilo de voz—. ¿Qué es esto?

Éste permaneció en silencio, demasiado avergonzado para decir algo. Bajó la mirada y se mordió un labio sintiendo asco de sí mismo.

—Dame tu otro brazo —ordenó Luke y Michael no se atrevió a contradecirlo.

La otra manga fue subida y el mismo rastro de cicatrices se presentó antes los azules ojos de Luke. Pero ¿Qué carajo...?

En ese momento, el teñido sintió pena de sí mismo. De lo débil y frágil que era. Y ahora Luke lo había descubierto. Cerró los ojos y esperó las palabras del rubio. Esperó el "Eres un maldito débil" "Me das pena" o el "Eres un asco de persona" de parte suya todavía con lágrimas rodando por sus mejillas.

Pero el chico hizo algo totalmente diferente e inesperado.

Luke besó sus muñecas.

Michael alzó la vista sorprendido para ver como el rubio depositaba otro beso sobre sus cortadas. Y ante los verdes ojos del chico, Luke besó cada una de sus cicatrices con delicadeza como si temiera romperlo. Delineaba con la punta de sus dedos cada una de ellas, y luego colocaba un beso sobre él.

Los ojos de Michael volvieron a llenarse de lágrimas, pero esta vez de felicidad.

—No lo vuelvas a hacer ¿sí? —Susurró el rubio todavía con sus labios pegados a una de sus muñecas—. Prométemelo.

—Yo...—el chico no quiso mentir diciendo que sí, porque no estaba seguro de cumplirlo. No cuando ocurrían cosas tan horribles en su vida.

—Michael —Luke levantó su rostro y lo tomó delicadamente de las mejillas —. Prométemelo. Hazlo por mí. Prométeme que no volverás a lastimarte.

Y Michael, al ver los profundos ojos azules de Luke, que lo miraban serios y con amor, supo que podría hacerlo.

—Lo prometo.

Sadness and Happiness/ MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora