Con la mano desnuda y con la mochila en el hombro izquierdo, me toqué la herida de la pierna. De momento no era nada grave, simplemente sentía como la pierna le ardía, ¿acaso el bicho de la flauta tenía algo en las manos? A lo mejor era una sustancia o yo que sé. Me alejé del vagón dirigiéndome al anterior, lo único que fallaba es que tenía que saltar unos dos metros y como era de suponer, mi cuerpo no estaba en condiciones. Pero tenía que arrisgarme, me aguanté el dolor, cogí carrerilla y salté hacia el siguiente, rodé y por poco me caí en el borde por suerte me aferré al vagón. Evité gritar por el dolor punzante de la pierna y rápidamente me levanté para seguir. Un escalofrío pasó por toda mi espalda, en el anterior vagón el flautista asomó su cabeza, en los bordes se hallaban las manos de aquel ser. Tenía que darme prisa sino sería el fin, por lo tanto intenté correr nuevamente y salté hacia el otro vagón. Había algo que no me cuadraba, ¿cómo es que el flautista no le había dado caza aún? Sabía perfectamente que este no era lento sino totalmente al revés, era un tipo muy rápido, me volteé y vi que venía caminando. No sabía que hacer, y todavía faltaban unos ocho minutos para llegar. Por qué el tiempo iba así de lento, me siento exhausto y agotado, no tenía más fuerzas para luchar. Tenía que darme prisa y saltar al otro vagón, al hacerlo me di cuenta que había caído en una trampa había hecho mal en hacerlo, el techo del vagón chirrió y en el se asomaron muchos brazos de todo tipo. Mejor dicho de unos seres, los demonios por así decirlo, por suerte esquivé algunos de ellos hasta que uno me agarró de la pierna mala. Solté un grito de dolor, ya que estaba introduciendo sus garras dentro de mi carne, sentía que me desgarraba, intenté apartar esa mano pero no pude, las garras de ese ser parecían los dientes de un tiburón. Quería deshacerme de esa mano, lo cogí con mis dos manos que comenzaron a calentarse al punto de quemar aquellas garras que rápidamente las apartó. Jadeé un poco y proseguí mi camino, sin darme cuenta el flautista ya se encontraba muy cerca, no ppodía esperar más por lo tanto salté al siguiente nuevamente. Quedaba un minuto para llegar, y mi desesperación incrementaba por de sí, quería que esa escena casi de terror acabase. El flautista comenzó a acelerar su paso, abrí mi mochila y saqué otro de mis cuchillos a la vez que caminaba. El pitido del tren sonó ya que iban a parar porquee estaban a punto de llegar a la estación. Con la pierna coja me arrimé al final de ese vagón que estaba.No podía saltar más, la pierna la tenía muy dolorida y estaba perdiendo mucha sangre. Pronto perdería la consciencia y lo que era peor es que veía como mi enemigo se acercaba. Habiamos llegado ya a la estación y cuando el flautista estuvo a punto de tocarrme, una deslumbrante luz impulsó al ser hacia otro lado. Eso me sorprendió, dirigí la mirada por donde provenía la destellante luz. Pude vislumbrar la imagen, me sentí aliviado, me levanté y bajé poco a poco del vagón. Quien vi era mi madre que mostraba una sonrisa, se acercó a mi y me abrazó. Añoraba el olor de mi madre, adoraba la cálidez que emanaba. Me relajé unos instantes hasta que el ser arácnido intentó atacar a mi madre por detrás, fue cuando otra luz le impulsó para otro lado. Esta vez no era mi madre, sino mi abuela. Que nos miraba seriamente como siempre hacía.
-Elimona, vamonos de aquí. Pronto la barrera desaparecerá.- De que hablaba la vieja. Después me di cuenta de que no había nadie en la estación.- Sería muy escandaloso que nos viesen los humanos.
-Lo sé madre. -Mi madre que me sostenía abrazando me dijo que era hora de marcharnos. Intenté caminar apoyandome en el hombro de mi madre . Miraba preocupado hacia atrás por si los demonios aparecerían nuevamente.- No te preocupes pero primero .-Promulgó unas frases intangibles para mis oídos, al parecer mi herida dejó de sangrar, y sobretodo comenzó a curarse. La vista comenzó a fallarme, lo veía borroso, así que finalmente me desmayé.-
No sé que ocurrió al final pero ahora me sentía aliviado y totalmente ligero. Levanté los ojos aunque estos parecían pesar, mis manos tocó la suavidad de unas sabanas, acerqué mi mano hacia la pierna por lo que me levante de asombró. No tenía ninguna herida fue como si esa escena anterior fuese una mera pesadilla. Me llevé la mano a la cabeza, a lo mejor estaba loco y todo eso se lo estaba imaginando. Miré a mi alrededor y pude reconocer donde estaba. Las ventanas amplias con unas cortinas muy elegantes de color blanco. Las paredes desnudas con un color beige y algunos dibujos pintados en ellos. Al lado de la cama había una pequeña mesita, a un lado un armario grande. Bajo la mesita estaba su mochila, y en el borde de la cama estaba su ropa, no se había dado cuenta de que estaba desnudo. ¿Qué demonios había pasado? Fui a buscar nueva ropa en mi mochila pero no había nada en ella, así que me dirigí hacia el armario. Dentro había ropa mía y nuevas que no tenía. Cogí unos vaqueros anchos y una camiseta blanca. Encontré unas deportivas algo anchas, me las puse y salí de la habitación. Esa casa era la de su abuela.
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La libertad de las sombras
FantasyEs la historia de un muchacho que se llama Dyan, él creía que era un ser humano hasta que descubre que es todo lo contrario, un ser que se dedica a manipular a humanos solo para divertirse. Un demonio mestizo de una bruja mundana, él no se lo pudó...