Capitulo 27
-Raimundo, despierta-le dije suave y moviéndolo del hombro.
-Un rato más-dijo entre dientes y sin abrir los ojos.
Era de amanecida, todavía no salían los primeros rayos de sol, pero como hoy era el cumpleaños de Federico, todo empezaría temprano.
-No, despierta-dije moviéndolo del hombro un poco mas fuerte.
Raimundo soltó un gemido, o algo parecido. Se resfregó los ojos y se estiró, me vio y me sonrió, como siempre. Con un movimiento muy rápido él estaba encima de mí.
-¿Qué?-dije fría ya que él no paraba de mirarme durante un bien rato.
-Nada-dijo él sonriendo.
-¿Por qué me miras tanto?-pregunté incómoda porque aun me miraba.
-Porque te colocas incómoda y nerviosa, y te sonrojas-me sonrojé-y eso me encanta-los dos reímos, pero yo de los nervios y él porque siempre tiene la razón en cosas que tienen que ver conmigo.
Lentamente los dos nos acercamos, sin despegar la vista de nuestros ojos. Los de él, verde claro, a la luz de la habitación parecían que brillaban. Mientras que los míos, bueno, nada de especial: ojos cafés.
Raimundo se acercó a mí cara, no sé por qué pero sentía la necesidad d que me besara, me besara como solo él puede hacerlo: combinando un beso tierno con un beso apasionado. Nuestras bocas estaban a milímetros de tocarse y descargar esa pasión que nos envolvía.
Raimundo sonrió y en vez de darme un beso en la boca, me lo dio en la mejilla ¿por qué? ¿Qué significaba eso?
-¿Qué fue eso?-pregunté un poco enojada.
-Un beso-respondió él. Era una respuesta esquiva.
-Si sé que fue un beso, pero…-me callé, me costaba admitir que necesitaba una dosis de él.
-Pero ¿por qué no en la boca?-preguntó por mí- porque tú tampoco me das lo que yo quiero, y si tú no me lo das, yo tampoco te daré lo que tú quieres y deseas: mis besos.
¿Por qué Raimundo era tan orgulloso?
-Bueno-dije enojada levantándome de la cama y tomando la ropa que me iba a poner hoy; me dirigí al baño.
Yo podía aguantar más tiempo sin besos de Raimundo que él sin los míos. Seguramente el juego de Raimundo lo ganaría yo antes de que atardeciera.
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Federico aún no despertaba. Mia, Raimundo y yo estábamos en la cocina ayudando a Mia a preparar una tita hippie: sin crema ni nada que provenga algún animal. A Raimundo se le daba mucho mejor eso de cocinar que a mí, así que mientras ellos cocinaban yo fui a buscar el regalo de Federico a la casa de Pía.
Toqué dos veces la puerta y después de un rato Pía me abrió, como la mayoría de laas veces, estaba sola en casa.
-Belén-dijo feliz al verme y corrió a abrazarme.
-¡Hola!-dije sin apagar su alegría.
Entramos a su humilde hogar. Pensándolo bien, su departamento se parecía a mi casa cuando no se la llevaba al viento aún, con la única diferencia de que tenían agua potable y su familia estaba prácticamente rota.
-Guarde muy bien el regalo que le compraron a Federico para que mi madre no lo viera, aunque ella no llegó a dormir-dijo como si fuera lo más normal del mundo.
Generalmente por las noches venía su hermano mayor, tenía unos veintecinco años, y si no estaba él, venía yo.
-¿Vino tu hermano?-pregunté, aunque no lo veía en la casa.
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En un lugar muy lejano.
Teen FictionBelén Calvet es una chica de 15 años, próxima a cumplir 16. Se ve envuelta en muchos problemas son pobres, su hermana está muy enferma y su madre es asmática. Su mejor amigo, Raimundo la ayuda en casi todo pero el igual es pobre, no sabe como consol...