Vida

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Capítulo 8: Vida

La noche en la cual Erika perdió a sus padres, ella decidió seguir en secreto a su padre y espero en las cercanías de su casa, observando con cuidado se percató que había cazadores, pero eran sólo unos niños albinos de unos 12 años.

Su padre ingreso por la ventana de la casa y en su interior estaba el líder de los cazadores, la niña sacó por conclusión que era el padre enseñándole a sus hijos, igual que los animales del bosque y en su interior sabía que su amado padre perecía, su cuerpo estaba débil y sencillamente no sabía pelear. Se sentó en las raíces de un árbol y comenzó a tararear la canción de cuna que su madre compuso para ella, algunos minutos después apareció uno de los cazadores albinos y dejo de tararear.

— ¿Viene a matarme Señor cazador? —habló Erika observando todas las expresiones del albino, sus brillantes ojos celestes estaban emocionados y apretaba fuertemente sus puños.

—No—respondió por inercia el chico, estaba cautivado por la melodía que acababa de escuchar, pero cuando llegó origen de ellos halló algo mucho mejor. Una linda niña de 5 años, largo cabello negro, ojos profundos como la noche, piel de porcelana y una voz impresionante que lucía un largo y elegante vestido blanco —Soy Raynard van Helsing—agregó de manera amigable.

— ¿Por qué me dices tu nombre? ¿Por qué no me matas? —la niña lucía molesta y confundida por la actitud del cazador.

— ¿Por qué debería matarte? —preguntó el albino intrigado y se acerco lentamente a la pelinegra.

—Porque soy un vampiro y si no me matas ahora—hizo una pausa— ¡Mataré a todos los Helsing! —Erika gritó con todo el odio que acumulo, hace unos instantes una punzada en su corazón le indico el fallecimiento de su padre.

—No somos muy diferentes—respondió Raynard, su rostro se ensombreció y su voz se torno profunda—Aunque yo quiero acabar con ellos, para crear una nueva organización.

— ¿Qué quieres decir? Tú eres un humano y un cazador... ¿Por qué? —la niña a pesar de tener sólo 5 años poseía un entendimiento y madurez mucho mayor que cualquiera de su edad. Ahí comprendió el odio que poseía el mismo cazador por los suyos, ¿traumas de infancia? ¿Peleas internas? No lo sabía, pero se aprovecharía de ese odio.

—A los cazadores cuando pequeños se les abandona en distintas partes del mundo, para que sobrevivan meses solos y sin absolutamente nada. Yo tuve que fortalecerme para salvar a mi hermano, sin mi él estaría muerto...Además ustedes no son malos—comentó el chico con una triste sonrisa.

— ¿Nosotros no somos malos? Nos alimentamos de sangre humana—respondió Erika inquieta, le dieron ganas de golpear hasta el cansancio al cazador.

—Me di cuenta cuando pelee contra tu padre hace un par de noches, ustedes no asesinan, sólo drenan la sangre de personas muertas. Tu padre se escabulle en funerarias y roba la sangre de ahí—comento el albino ¿hacia dónde iba esta conversación? Ni él lo sabía.

— ¿Por qué no me matas? Tu padre acabe de dejarme sin familia y aunque el mío no mataba a las personas eso no significa que yo no lo haré—la niña cerró los ojos y espero su final, a cambio obtuvo un fuerte abrazo.

—Te ayudaré a vengarte, yo ya no quiero ser un Helsing y ser ocupado como un arma. Sé que hay humanos peores que los vampiros, ustedes también tienen derecho a sobrevivir—respondió Raynard, sus ojos decididos miraban a una intrigada, pero maravillada niña.

— ¿Por qué me ayudas? ¿Por qué haces todo esto? —preguntó Erika, seguía sin saber qué hacer con aquel cazador, no podía matarlo a falta de sangre y sus fuerzas cada vez eran menos.

—Ni yo lo sé, pero déjame ayudarte. No has bebido sangre ¿cierto? —dijo Raynard obteniendo una cruda mirada de aquellos ojos negros—Al parecer acerté—se corrió parte de sus ropas cercanas al cuello, tomó la cabeza de la niña y la poso encima de su cuello—Mientras me dejes con la cantidad de sangre necesaria, todo bien—agregó y cerró sus ojos.

—Gracias... —murmuró Erika de manera apenas audible, sacó sus afilados y blancos colmillos, lentamente se acercó, penetró en la piel del albino y comenzó a beber su sangre, su sangre era deliciosa, no se podía comparar a otro humano, pero debía controlarse ya que necesitaba al cazador vivo, si quería ayudarla que lo hiciera porque ella desconocía este mundo y él debía conocerlo entero.

—Al parecer...si tenias mucha hambre—Raynard no podía dejar de hacer muecas de molestia, pues sentía como su fuerza era drenada.

—Lo siento—la pelinegra se alejo con la cabeza abajo y por sus labios corrían pequeños hilos de sangre.

—No te preocupes—de entre sus ropas sacó unas vendas que se puso alrededor del cuello y con un pañuelo le limpio suavemente los labios a la chica. Se quedó hipnotizado observando la belleza de la niña ¿era una niña de 5 años como podía estar babeando por ella? Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de su padre, aquella odiosa voz y rápidamente se paró para huir, pero la niña lo retuvo con el brazo— ¿Qué sucede? No hay tiempo—miraba en dirección la cabaña de madera, su padre se acercaba, de pronto sintió como su cuerpo se elevó y comenzó a salir del bosque con rapidez, al mirar hacia abajo la niña saltaba por las altas ramas de los árboles con una clara velocidad sobrehumana y en tan solo unos segundos ya se encontraban cerca de la ciudad—Lo siento Ragnard—murmuró con tristeza.

—Estamos lejos de ellos—anunció Erika lanzando al albino al suelo como un saco de papas.

—Ey—reclamó Raynard poniéndose de pie y sacudiendo su ropa, después su mirada se perdió en el inmenso bosque que se imponía en el horizonte y recordó todo lo malo que su padre le hizo, siempre lo maltrataba y orgulloso lo presentaba como el heredero de la organización, pero él no lo sería y necesitaba la oportunidad para huir de sus garras.

Una noche habló con su hermano, huir con él y salir de la organización, pero su hermano no quiso, no aceptó su decisión de huir y planteó la idea de cambiar a la organización desde su interior, algo que se veía muy lejano, Raynard no podría aguantar y tomó su propia decisión, apenas tuviera la oportunidad se iría de la organización y ahora lo había logrado, su mente volvió a la realidad y se encontró con unos ojos negros que lo observaban con recelo.

— ¿A dónde iremos? —preguntó Erika observando el puerto a la lejanía.

—Lo idea será irnos a otro país, pero con la guerra y todo eso no sé cómo podremos salir, además no sé a qué país ir—comentó Raynard cruzándose de brazos y pensando cómo seguir, si estuviera solo no sería un problema y ahora tenía una pequeña vampira a la cual prometió proteger.

—Vamos a Rumania—dijo la pelinegra.

— ¿Por qué ese país? —preguntó el albino, observando a la niña.

—Quiero conocer el castillo de Bran—respondió con seriedad.

—Castillo... ¿de Bran? —el nombre de ese castillo le resonó en la mente del albino, pero no lograba recordar.

—El castillo del conde Drácula, quiero conocerlo y verlo, no, necesito estar ahí—la voz de la niña se sintió con decisión.

—De acuerdo, pero ¿cómo saldremos del país? —Raynard se mordió el labio y Erika comenzó a caminar hacia el puerto—Espera... ¿cuál es tu nombre? —el albino siguió a la niña que caminaba con rapidez ante de que saliera el sol.

—Soy Erika Harker—respondió sin mirar atrás, tenía un aura elegante y fino. Esperaron el cambio de guardia y se internaron en un buque de guerra que iría a Europa, si los descubrían Erika estaba dispuesta a usar sus poderes al igual que lo hizo Drácula años atrás, finalmente llegaron a Rumania sin problemas.

La Descendencia de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora