#Capítulo 24

8.3K 562 207
                                    

La Madriguera estaba totalmente en silencio. Los gnomos seguían en sus agujeros, los habitantes de la casa soñaban con personas perdidas, con arañas gigantes o con rayos. El ambiente era cargado, entre las agitadas respiraciones y las pesadillas, y Rose Weasley, la única persona que no había pegado ojo en toda la noche, sabía que no se avecinaba nada bueno.

Escuchaba el chirriar de las camas de Lily y Roxanne, en sus sueños inquietos, y el ulular de Atlas, la lechuza de Scorpius. En cierto modo, ella quería una lechuza como esa, rápida, disciplinada y que no fuese por ahí chocándose con los cristales de las ventanas. Aunque Errol II era bueno, a su manera.

Leyó una y otra vez la carta que aquella lechuza le había traído, buscando algo que no estaba escrito, algún mensaje secreto, algo que se le hubiere pasado por alto. Pero no había nada. Solo era Scorpius, sumamente asqueado de su familia y terriblemente arrepentido de haber confiado en ellos. Rose había estado ilusionada por encontrar aquellos nombres, pero ahora volvían a estar donde al principio. Ella se negaba a creer que los Malfoy fueran culpables, aunque todas las pruebas apuntasen a ellos. Y se negaba a creerlo, básicamente porque estaba terriblemente pillada por el primogénito de los Malfoy.

A la mañana siguiente a su excursión nocturna al número 12 de Grimmauld Place, los cuatro chicos bajaron a desayunar como si fuera un día más. Se pelearon por el baño, se pelearon por las tortitas, se pelearon por el bacon. Se pelearon por todo, que es, en resumen, lo que hacen los primos corrientes. Se sentaron apretujados en torno a la gran mesa, y comieron, hablando a gritos los unos con los otros.

- Papá - dijo Albus de repente. Harry levantó la vista de El Profeta y observó a su hijo -. ¿Si absuelves a alguien de unos cargos, puedes volver a acusarle?

Harry Potter observó a su hijo mediano con el ceño fruncido mientras cerraba el periódico. James, Lily y Rose miraban fijamente a Harry y Albus alternamente.

- ¿A qué viene esa pregunta? - cuestionó Ginny por él.

- ¿No puedo interesarme por el trabajo de mi padre?

- Bueno, no después de dieciséis años pasando olímpicamente.

Y como las abuelas tienen un súper radar mágico (da igual que sean brujas o muggles), Molly miró fijamente a James, Lily, Rose y Albus. Éstos se hundieron en sus asientos, tratando de que los tragase la tierra.

- ¿Y qué tramáis vosotros cuatro? - preguntó con una ceja alzada.

- Lily, James - dijo Harry -. ¿Qué habéis hecho?

Lily alzó los brazos en señal de protesta, estando a punto de tirar el tazón de cereales.

- ¿Por qué nosotros? - exclamó.

- Porque tengo una carpeta entera sólo para cartas que me manda McGonagall quejándose de vosotros - regañó Ginny -. Que si Lily le ha sacado la lengua a Bins, que si James ha sacado un váter del alcantarillado, que si esto, que si lo otro...

Los dos hermanos Potter se hundieron abatidos en sus asientos.

***

Rose recibió una carta de Frank esa misma tarde. La carta decía que a ellos también les habían sacado de la escuela. No sabían lo que estaba pasando, pero tenía que ser muy gordo. Se reunieron con ellos por la tarde, ya que Neville quería hablar con Harry, Ron y Hermione.

- ¿A vosotros tampoco os han dicho nada? - preguntó Alice sin poder creérselo. James negó con la cabeza y tiró otra bola de papel a la chimenea -. ¿Y decís que los Malfoy han soltado dementores?

- Eso cree el Ministerio - puntualizó Rose.

- Pues entonces está claro, ¿no? - dijo la hermana de Frank.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora