Yesung llegó a la habitacion y se encontró con un Kyuhyun inmerso en uno de los tantos dramas de TV que acostumbraba a ver, ni siquiera se dio cuenta de que él había entrado.
El menor estaba recostado de lado en el sofá, su mano izquierda le apoyaba la cabeza, sus cejas estaban fruncidas y en su boca había un puchero pequeño, seguro por la historia del drama, quizas la chica peotagonista subría por la antagonista.
¿Qué iba a saber Yesung? ni le interesaba.
Pero al verlo así, juró imaginar a un niño pequeño.
Le parecía tan tierno que quería apretujarle los cachetes y abrazarlo para toda la vida.
Yesung sonrió pues toda esa ternura e inocencia que aparentaba el menor al abrir su boca se volvía completamente diferente, se transformaba en alguien perspicaz, bromista, gracioso y a veces hiriente.
Esa mezcla de ternura y maldad le encantaba, es más, le volvía loco.
Yesung se acercó al otro tapándole la visión hacia la televisión, en ese momento el menor se percató de su presencia.
Y sin decir nada le besó la frente ¿que más iba a hacer? Aunque odiara serlo, era un romántico empedernido.
-¿Que tienes Hyung? - inquirió el menor alejándose sorprendido.
-Nada, simplemente me encantas- susurró con su voz ronca mientras le despeinaba el cabello.
Kyuhyun no dijo nada pero el otro sonrió al ver que se ponía rojo como un tomate.
Se sentó a su lado esperando que el drama terminaba y así al fin lograr tener toda la atención de su novio pero sin imaginárselo siquiera Kyuhyun dejó su tan cómoda postura para sentarse y apoyar su cabeza en el hombro del mayor.
-Sé que es lo que querías, no logras vivir sin mi ¿no? - el menor le lanzó en tono burlezco -que bueno, pues yo tampoco.
Estaba enamorado de él en todos los sentidos, sin duda Yesung quería tenerlo a su lado para siempre.