Campa General
Me levanté de mi cama con una sonrisa en la boca, estaba tarareando una canción que me encantaba, pero que aún seguía sin saber su nombre. Me aseé lo más rápido que pude y bajé a desayunar.
Mi mamá me había preparado unos hotcakes con fresas encima y un licuado de chocolate, mi desayuno favorito. Como si no hubiera probado bocado en 25 años, deboré el platillo, y no era por presumir, pero los hotcakes que hace mi mamá son los mejores.
Regresé a mí cuarto para cambiarme. Ese día me puse una playera negra sin mangas de Nirvana, un pantalón de mezclilla y unos Converse blancos.
Cepillé mi cabello hasta que por fin se acomodó, le puse un poco de crema y lo arreglé. Me enchiné las pestañas y les pasé un poco de rimel.
En lo que me arreglaba, me puse a pensar en esa canción que no sabía su nombre, no paraba de sonar la banda sonora en mí cabeza, uno que otro fragmento de la letra, pero el nombre era muy borroso para mí.
Estoy segura que todo el día la tarareé.
Hasta que por fin llegó la hora de partir.
Como de costumbre, subí mi maleta junto con mí sleeping al carro de mi papá, después me subí yo en el asiento del copiloto y conecté mi celular al auxiliar.
A mi papá y a mí nos gusta la misma música, pues todos mis conocimientos sobre el rock se los debo a él.
El camino de mí casa a la Iglesia de dónde saldría mi autobús, fue demasiado divertido. Mi papá y yo cantamos a todo pulmón las letras desoladoras y calientes de Pink Floyd. Por lo general platicábamos, pero esta vez lo único que necesitábamos era la música.
Él y mí mamá se habían peleado otra vez como de costumbre y yo volví a quedar en medio.
Mí hermano siempre me dice que si mis papás no se pelearan, las cosas no serían divertidas en su matrimonio, pero esto ya estaba mal, las peleas seguían siendo constantes.
-Dile a tu hermano que vaya para la oficina- Paró el auto en el semáforo, sacó el brazo por la ventanilla y lo recargó sobre la puerta, como de costumbre.
-Sí pa- le contesté mientras le tecleaba el mensaje a mí hermano. -Dice que ya va para allá.
-Gracias vida- Mi papá siempre me dice vida, él dice que cuando yo iba a nacer, existió la posibilidad de que mamá muriera, el embarazo era de alto riesgo. Pero que en vez de que yo matara a mí mamá, le di vida, porque nunca se le va a olvidar la sonrisa de oreja a oreja que tenía cuando yo nací. Por eso soy vida.Cuando hubimos llegado a nuestro destino, se bajó a ayudarme con mis maletas, me dejó fuera del templo, en donde se acumulaba una masa de adolescentes con maletas parecidas a la mía, bordones, hieleras llenas de comida, casas de campaña, etc.
Mi tribu estaba ahí, lista para irnos.
Me despedí de mí papá con un beso y un abrazo, me encantaba que él me fuera a dejar a cosas de éxodo, casi no le gusta hacerlo.El reloj marcaba las 3 en punto, todas las maletas ya estaban arriba de los camiones y nosotros también. Un campa que sabía sería único estaba a punto de empezar.
El camino en el camión fue el de costumbre; cantar, dormir, pintar a los que están dormimos, comer chatarra, caminar por en medio del pasillo... Era algo que sólo en éxodo hacías.
Después de aproximadamente 40 minutos, hicimos una parada en una caseta para ir al baño, comprar comida y esas cosas.
Sofía que era una iniciada y yo bajamos al baño.
Recuerdo que hacía mucho frío, lamenté no bajarme mi chamarra.
Cuando regresamos del baño, se le antojó comerse una quesadilla (2) y yo la acompañé. Estábamos platicando de babosadas en el.mundo, cuando alguien llegó por atrás de mí y me cubrió los ojos con sus manos.
Odiaba que me hicieran eso, si creían que era divertido o romántico, estaban muy equivocados, uso lentes y es más complicado porque me los entierran.
Me enojé y pellizqué la mano de quien me tapó los ojos, sólo escuché una exclamación de dolor y después pude tener mi campo de visión de regreso.
Me volteé para ver quien era, se trataba de André.
-Se supone que debías adivinar quién era, no pellizcarme- fingió estar enojado, pero no le salió, eso me causó gracia y me reí.
-Lo siento- alcé mis hombros en una falsa disculpa.-Oye yo tengo la misma sudadera- Le toqué el brazo refiriéndome a la sudadera.
Era una cosa azul marino con franjas rojas. Recuerdo que hace unos años en éxodo, se soltó un aguacerazo (3) y como casi siempre no llevaba algo de tapar, entonces un amigo me prestó su sudadera, pero jamás se la devolví. Y resulta que es exactamente la misma a la que trae puesta André.
-Pero es de niño- Se rió burlón
-¿Y?-Me reí también. Nunca entendí por qué si en ningún momento le mencioné que me diera su sudadera, él me la dio. Lo único que dije fue que yo tenía la misma sudadera. No capto qué fue lo que él entendió para quitarse la sudadera y dármela. Supongo que notó lo mucho que moría de frío y por eso me la dio.
Cuando Sofía y yo terminamos de comprar nuestra chatarra y su quesadilla, nos subimos a nuestro camión, André venía en otro, así que no estaría con él para devolverle su sudadera.El resto del camino me fui viendo a la ventana con la sudadera de André encima de mí simulando una cobija. Olía demasiado a él, no podía dejar de respirar su aroma. Tal vez al igual que las sudaderas que me prestaban, no se la regresaría jamás.
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(2) comida típica mexicana hecha a base de tortilla de maíz que contiene queso fundido.
(3) expresión de que llovió mucho.
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No te arrepientas.
Ficção AdolescenteLo hice de nuevo. Quise pensar que podía volver a confiar en las personas, que la bondad le gana siempre a la maldad, que la felicidad existía, pero nada de esto pasó. No puedes confiar en nadie, ni en tí mismo, lo único que puedes hacer desde ahor...