Ella no apareció
Y allí estaba yo, en el estadio esperando, vestido con mi chaqueta azul, una camisa blanca y unos pantalones azules ¿por qué todo azul? Fácil, me gustan las cosas que se parecen a mis ojos.
Como la niñita había decidido no venir, me fui yo solo de discoteca. Allí me encontré a mi amiga Marina, más bien conocida, pocas personas pueden tener el honor de ser mis amigos, no me gusta tener muchos, soy de los que tiene un grupo pequeño y selectivo.
Marina estaba bebiendo, con lo impotente que me sentía y la rabia que tenía, no parecía un mal plan un poco de alcohol y música, no tenía nada de malo.
Me puse al lado de mi amiga, pedí vodka con hielo y apoyé los codos en la barra, debido a esto me los mojé. Marina se dio cuenta y dijo sin parar de reír:
—Como no Milner, solo tú podías ser tan patoso.
—No tengo un buen día.
Y cuando creí que nada podía ir peor, una chica me tiró la copa en la chaqueta, mi chaqueta favorita.
—Nunca hay que ser tan negativo Ares, siempre hay que ver el lado bueno de las cosas.
—Perdona si no soy positivo, pero la chica que me interesa me ha dejado plantado— ¿se me escaparon las palabras "me interesa"? ¿A mí?
—Ares Milner, ¿ha dicho que le interesa una chica? —se sorprendió también mi amiga, al parecer lo había dicho en voz alta.
—Me habré equivocado—intenté arreglar.
Pero con una chica tan perspicaz como Marina White, era tarde, ya se había dado cuenta de que había desviado la mirada.
—Dime que no te has saltado tu regla Ares, ¿no será de tu mismo instituto?
Esa era una de mis normas, chicas de mí mismo instituto no, porque los rumores se extendían como la pólvora. Había incumplido mi propia regla, porque estaba empezando a creer y querer cosas que antes eran imposibles
>> ¿Me estaré volviendo loco? <<
—¿Puedo saber su nombre? —preguntó mi amiga sacándome de mi sueño.
—No, y no me gusta, he confundido las palabras.
—Si claro, "confundido"—abrió comillas con sus dedos.
—Me he equivocado, ¿tú no te equivocas nunca o qué? —dije ariscamente.
>> Peor para McCain, si no viene ella se lo pierde<<
Bebí demasiado aquella noche, intenté ligar con cientos de chicas, no sirvió de nada, me sentía dolido, malo, enfermo. La niñita caprichosa había conseguido meterse en mi cabeza. Pero me prometí a mí mismo pasarlo bien esta noche, a pesar de que nada ni nadie podía sustituirla en mis pensamientos. McCain era increíble, incluso con sus malos modos y su indiferencia.
Bailé, bebí y ligué, una buena forma de pasarlo bien. O eso creía hasta que recordé a la niñita molesta y remilgada; sus ojos y su sonrisa, y ya era demasiado tarde. Como no me gusta rendirme nunca, salí de la fiesta dejando a Marina y al resto de mis compañeros,
miré mi reloj y me puse a correr, aún estaba a tiempo de hablar con ella, pero había un problema, no sabía dónde vivía. Llamé a Cloe, ella se sabe todos los cotilleos del instituto, era más que probable que se supiera la dirección de su casa, y tuve suerte, porque consigo que la gente me diga lo que quiero saber y porque Cloe había hecho una vez un trabajo de clase en casa de Erika y recordaba dónde se encontraba. Al escuchar la dirección me sorprendí, porque vivía al lado de mi mejor amigo.No pensé en las consecuencias, no tenía tiempo de hacerlo, salí corriendo y llegué a la calle que está debajo del edificio de Scott, miré la quinta ventana desde la izquierda de la segunda planta, las luces estaban apagadas.
Como en las películas funcionaba, cogí unas piedras pequeñas de la carretera y las lancé contra su ventana, ¿hace falta que diga que estaba ebrio?
La ventana se abrió, la preciosa Erika salió a su balcón, miró en mi dirección y dijo:
—¿Otra vez tú idiota?
—¿Por qué no has venido? —le recriminé cabreado.
—Porque me has intentado obligar, no me has invitado.
—Pues escucha esto niñita, no pienso rendirme.
—Vete a casa, no hagas más el ridículo.
—No, he dicho que no me pienso ir hasta que accedas a salir conmigo.
—Eres un..., no pienso perdonarte.
—¿Perdonarme? —dije mientras me hablaba.
—Sí, por ser un idiota—me sacó la lengua como si fuera una niña pequeña.
—Pues ahora no me voy sin un beso, si quiero conquistarte poco a poco, voy a necesitar que te enamores de mí.
—Vete ya, no pienso repetirlo.
—¿Quieres que me vaya?
—Sí—afirmó.
—Bien, yo solo quiero un beso, me lo das y me voy.
La chica empezó a caminar de un lado a otro reflexionando, al final se paró y dijo:
—Si te doy un beso, ¿te vas? —me preguntó y yo asentí—. ¿Y cómo quieres que te lo de, si tú estás abajo y yo estoy arriba?
—Eso se soluciona fácilmente .
Subí por las escaleras de atrás, salté y llegué a la que daba a a su balcón, me puse en frente de ella y le dije:
—¿Sabes qué?
—¿Qué? —preguntó ella.
—La niñita a partir de ahora se va a llamar princesita.
—Ni se te ocurra— contestó con desdén.
—Bueno, no me cambies de tema, quiero mi beso.
—He cambiado de opinión, prefiero ignorarte—dijo de repente ella.
—Demasiado tarde—dije acercándome a sus labios.
La cogí de las mejillas, notando como se calentaban y se ponían coloradas de la vergüenza, la acerqué hacia mí y cuando iban a chocar nuestros labios giró su cara y el beso finalmente fue en la mejilla, me había rechazado con un movimiento astuto, era muy lista esta Erika.
—Te odio Ares Milner.
—Me caes bien Erika McCain—dije bajando por la ventana.
Antes de marcharme del todo, subí y me reí y dije:
—Princesita, mi juego de conquista ha empezado. Mañana te recojo en la puerta de tu casa, así que ponte guapa.
Y me fui, tenía que pensar un plan para seguir demostrándole a Erika que de verdad me importaba. De momento ya había sembrado la duda en su mente, ya no era ese capullo al que solo le importaban los rollos de una noche.
ESTÁS LEYENDO
Alea Iacta Est La Suerte Está Echada© [YA EN LIBRERÍAS]
Fiksi RemajaPara McCain: Tu vida es un sin sentido , no te engañes. Tu hermana se ha ido, tus únicos amigos son los libros que siempre te acompañan, el amor no ha llamado a tu puerta. Por eso, pase lo que pase, despejate caminando hacia la escuela como habitual...