-¿Vas o qué?
- Estoy con mi familia
- Escápate un rato, recuerda que es tu vida.
- Tal vez vaya un rato, aguántenme 15 minutos, si no llego, pues no fui.
- ¡Te esperamos!
En chinga fui por mi suéter, avise a mis padres, desde hace mucho que no pido permiso para las cosas, sólo me salgo y ya. Ellos me detuvieron, les comenté que iba a ir con un par de amigos a una fiesta, que era por lo de Halloween. Me dijeron que no querían que estuviera tomando. Por supuesto, sigan queriendo eso, yo tomaré. Les dije que no lo haría en exceso. Con cara de reproche aceptaron.
Llegamos con variaciones a la fiesta, nos habíamos perdido anteriormente y nos preocupamos un poco. Pero bueno, todos llevaban un disque disfraz. Karla, iba de gata, y bueno vestida similar también. Paco, sólo se pinto una pendejada en su jeta toda miserable. Erick, llevaba un disfraz que estaba preparando horas antes en su casa. Se trataba de un tipo twister pero en vez de que los puntos de colores estuvieran en un tablero, estaban en la playera que se pondría, los colores eran, verde, amarillo, azul y rojo, éste último iba en su sexo y era el único círculo de ese color, y el indicador de colores, en sus 3/4 partes del círculo estaba iluminado de color sangre, haciendo así que la probabilidad de que toque ese color pretensioso sea alta. Su disfraz era ingenioso, me agradó porque demuestra un particular llamado de atención para que las chicas sepan que si van a jugar con uno, que sea intensamente.
Sin más y sin menos, entramos al fondo con una botella de whisky y otra de tequila, una cajetilla de cigarros y muchas ganas de pistear, estaba tocando una banda que sonaba más o menos bien, tenía todo el ambiente a su alrededor, gritos, murmuros, sorbos, inhaladas, exhaladas, miradas, todas eran desorientadas.
La impresión de Erick al saber que el organizador de la fiesta tenía el mismo disfraz era fatal, se enojo con el mismo, quizá no se hubiera molestado en pensar eso ya que después de un rato lo miro y le dijo que su disfraz era el que traía y Marcos, el organizador, le dijo que no había pedo, no había consciencia de que se iban a poner el mismo.
Bendecido sea el hombre por crear la música, pero más al hispano al crear los ritmos que han dado alegría y distracción por varios años y pobre de aquel que no sepa bailar, perderá mucho en una fiesta llena de minas. Es así el juego.
Al son de la cumbia con su rebote insaciable y de la salsa con su gala nos movíamos, Erick es el que mejor sabe manipular ese ritmo, él lo sabe y no dudó en bailar con la chica más guapa del lugar. Entre vueltas y sorbos de nuestros tragos, quedamos mareados, los cigarros nos atontaron también. Empezó el caos. La activación para llegar al punto mejor de la fiesta para después caer en picada con una fuerte cruda moral y física.
Yo en las fiestas me convierto en un nómada, camino de grupito en grupito viendo que tal se la pasan, escuchando las idioteces que dicen y observando los rostros demacrados y absurdos que ponen. Y en ésta no fue la excepción, andaba por allí, por acá, por un momento no supe que pedo.
Erick me jaló, me dijo que un bato traía hierba. Salimos a la fría calle, nos reunimos cinco, encendieron el magnífico cohete, el pito empezó a oler, esa sensación de levitación empezó a fluir por mi cuerpo. Todo iba bien, y un idiota empezó a vomitar sacándonos de pedo, de onda, de vuelo. Lo admito, la mariguana era buena, o tal vez ya estaba ebrio para controlar sus efectos.
Nos separamos, yo me orinaba en los pantalones así que fui al sanitario toque y estaba ocupado, esperé como unos tres minutos, me di cuenta que tenía escalofríos. Toque de nuevo y abrieron la puerta, eran dos mujeres con faldas cortas y un wey arreglándose la cremallera. Afortunado aquel tipo, me dije. El baño ya era una mierda, orina regada alrededor del cagadero, el papel rasgado se salía del cesto, en fin pura porqueria.
Salí, ya se veía más desgraciada la fiesta, me hice un trago, anduve paseando, fui con el DJ, música psicodélica le pedí, le hice un par de halagos, él ya estaba bien puesto, estaba alocado, todos aturdidos por los ruidos indistinguibles, algo tétricos, cosas alógenas, despegues espaciales, voces extrañas, ruidos galácticos, esa música de vez en cuando castra. Le dije que si quería un trago, él lo rechazó, me invitó coca, la diosa blanca, yo la acepté.
Me preparó mi línea, era de larga como mi dedo del medio. No pensaba lograr aspirar toda. Me preparé, me dio papel, me limpie mi nariz. Explosión de una bomba atómica mientras inhalaba, una vez empezando logré jalar todo ese polvo, me miró y se burló un poco, bien hecho, dijo.
Le di las gracias, me alejé de la tarima, me dirigí a no sé dónde, me sentí perdido, la mariguana estaba descontrolándome, sentí la sangre que me salió de la fosa donde aspire el polvo. Me limpie.
Minutos después, luego de que empezara mi euforia y sentirme perdido, me encontré a Erick, me orinaba y él también, pero el baño tenía una gran fila detrás de su puerta, me dijo que saliéramos a mear afuera, le dije "vamos", aunque en realidad no sabía a dónde iríamos.
La calle se sentía más fría, o me estaba comiendo la droga, agarramos un arbusto cada quien muy distante entre nosotros. Abrí mi bragueta y se empezó a formar un arco de orina. Mire al cielo con cara de satisfacción, mire las brillantes estrellas
- wey apúrate que viene la policia
Mire al fondo de la calle y denotaban esas luces azules y rojas. No podía parar, me lo metí así, me moje mis pantalones, él se rió, nos metimos a la casa como si hubiéramos recibido una patada en el culo. En chinga.
Me sentía empapado, pero en realidad sólo fue mi calzón el que se mojó, en el pantalón no había rastro.
Una mina se andaba paseando, mi acompañante y yo la miramos, sabíamos que íbamos a descontrolarnos porque era la única que aparentaba estar entera. Las demás ya estaban tiradas piernas abiertas casi con el pene dentro de un tipo desconocido. Me daba lata mirarla, pero era lo único bueno entre todo ese ambiente malhechor y ya desgraciado. Algunos lloraban, otros estaban con sus pensamientos inmóviles, otros tantos seguían bailando, pero sólo movían un pie o una mano, ya no eran ellos, era el alcohol que indagaba en forma de personas.
Yo veía doble, después me veía en las montañas, luego en un Valle lleno de calma, la droga sin duda.
Me tumbe en una silla, el frío estaba haciendo de las suyas, temblaba.
Mi acompañante fue a comprar más alcohol, quedé solo y observe a mi alrededor hasta que me topé con la chica que me clavo la mirada, en medio de la sala ella me bailaba sexy, sabía cómo moverse, estuvo así un rato, se acercó a mí y me jaló de la mano derecha, nos dirigimos a un cuarto, estaba todo apagado, se escuchaban personas besándose en algún rincón o éramos nosotros, estaba ya perdido, la coca se activó, besé y besé, nos tocamos, sentí sus manos en mi trasero, mi mano delineó su cuerpo común, me desabrochó el cinturón, yo su pantalón, la volteé, le baje sus bragas color negro, eran lindas, empecé a trabajar algo intenso. Jadeos silenciosos aspiraban de su boca, me corrí rápido, paré de pronto y me separé de ella.
- ¿eso es todo lo que tienes?
- cállate.
- eres un idiota.
- y tu una jodida puta.
Erick se metió en problemas, no recuerdo cómo ni el por qué, pero yo con tanta euforia podía golpear a quien sea, claro, no pasó nada, en primera porque me sujetaron, en segunda me dijeron que no sabía pelear y en eso estaban en lo cierto.
Después de un rato, la euforia desapareció y me enteré que Erick andaba sin calzones, se los arrojó a la banda que tocaba. Me reí. Luego me calme, me acurruqué tumbado en un rincón de aquella casa ya hecha mierda por la variación emocional juvenil que recibió durante la noche.
Eran las 7 am. Desperté con mal de boca, con un dolor de cabeza de mierda, mi cuerpo no respondía enseguida.
Nos movimos de ahí, saltando como si jugáramos a saltar el aviónsito dibujado en el piso, tratando de esquivar a las personas desmayadas, inconscientes, hacían ruidos y apestaban como yo, a alcohol, a hierba, a sexo, apestaban a una buena noche, a una buena fiesta.
Abrimos la puerta y ahí estaba aquel gran astro iluminando con ese color naranja, el amanecer daba la impresión de que todo fluiría bien incluso con el regaño que tendría en casa y la gran resaca.
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Hostil
Novela JuvenilRelatos de aventuras. Jóvenes desdichadas con un incrédulo e inexperto chico. La cita era a las 4 y él siempre llegaba 4:20.