Capítulo 17: "Puedes confiar en mí".

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Capítulo 17| Puedes confiar en mí.|

Dejó caer el cepillo y cubrió su rostro entre sus manos. Sus finos y rojizos labios soltaron leves sollozos llenos de rabia y amargura. Todas las desgracias sucedidas a lo largo de su vida tras la caída del Muro María la tenían agobiada y encerrada en un eterno dolor del cual le sería imposible salir. Sintió una extraña sensación en su pecho, como si algo le faltara... como si estuviera vacío.

Secó con sus puños las gruesas lágrimas que recorrían sus mejillas, para luego quedarse mirando detenidamente su rostro reflejado en un charco de agua en el suelo. Sus labios se entreabrieron y solo pudo observarse.

Ella misma podía darse cuenta lo mucho que había cambiado las últimas semanas. Sus grandes ojos marrones habían perdido aquel brillo lleno de felicidad, su piel estaba mucho más pálida y pequeñas ojeras se encontraban marcadas debajo de sus ojos. Su rostro era la representación física de la amargura misma. Y no solo era en lo físico. Ya no era tan afectuosa como antes, ni siquiera con Jean. No comí casi nada, se encerraba en su habitación y no hablaba con nadie más que no fueran Jean, Sasha o Conny. Su amistad con los demás miembros de la Legión pareció desvanecerse con sus esperanzas de tener un futuro feliz.

Llevó una mano a su vientre y mordió su labio inferior. En la obscuridad y silencio de la noche podía escuchar perfectamente el lento y apagado latir de su corazón. Su herido y gastado corazón. Se sentía horrible, se sentía... una asesina.

"Sí, porque eso soy..."

Comenzó a maldecirse, mientras apretaba con fuerza los puños y las lágrimas volvían a aparecer. Se odiaba, sobre todo por haber sido tan idiota aquel día en Trost y haber ido a luchar, aun sabiendo que estaba embarazada y de apenas un par de semanas. Gracias a esto, su castigo fue perder a ambos. A su hijo y a Marco.

"Sí, porque lo merecía"

– ¿Te encuentras bien? –una suave y cálida mano se apoyó sobre su hombro, haciéndola dar un pequeño salto.

Giró su rostro y se encontró con un par de ojos celestes que la miraban llenos de preocupación.

–¡Ah, sí! –Mintió secando rápidamente las pocas lágrimas que quedaban en sus ojos–. Todo bien, Armin. No hace falta que pierdas tu tiempo conmigo.

Armin enarcó una ceja y negó con su cabeza–: ¿Perder el tiempo? Si vengo aquí, es porque quiero estar contigo. Hace mucho no hablamos y te noté rara.

–¿Más de lo normal? –rió Laura, quien comenzaba a olvidar lentamente que hacía unos segundos se encontraba llorando y lamentándose por sus pérdidas.

–No eres rara, solo eres... –Armin puso una mano en su barbilla–... especial en varios sentidos –ambos comenzaron a reír. Armin suspiró aliviado de haber podido hacer que Laura se sintiera mejor–. En fin, pasaba por aquí para ir a la biblioteca y como te vi sola, pensé en invitarte... D-digo, si es que quieres.

–Por supuesto que sí, Armin. –aceptó ella sonriendo.

Luego de quitarle la silla de montar y cerrar la puerta de Zafiro, ambos tomaron rumbo hacia las escaleras de piedra que los llevaría al interior del castillo.

Ya sabiendo que Laura estaría bien y Armin se encargaría de sacarle todas las sonrisas que fueran necesarias para hacerla olvidar sus penas, Jean dejó su escondite e imitó a Armin y Laura, y se marchó a su habitación.

[...]

Armin se encontraba sobre una delgada escalera de madera que servía para llegar a las repisas altas. Buscaba animadamente un libro sobre el mundo que escondió para algún día mostrárselo a alguien y ese alguien era Laura.

–¿Seguro que puedes tú solo? –Preguntó ella, quien aguardaba sentada en el suelo alfombrado, entre tres pilas de libros de distintos contenidos–. La madera de la escalera está algo vieja, ten cuidado.

–Claro que puedo, ¿por quién me tomas? –fanfarroneó él, apartando su vista de los libros a Laura.

En cuanto se volteó, una de sus manos soltó la escalera y ésta se tambaleó. Armin, espantado, soltó los libros que sostenía debajo de su brazo, los cuales casi golpean a Laura. Cuando dejó de moverse, suspiró aliviado. Bajó uno de sus pies al escalón inferior. Apenas se apoyó completamente, el escalón se rompió y Armin cayó de la escalera.

Cerró sus ojos con miedo, pero no sintió golpe alguno. Abrió solo su ojo derecho. Laura lo miraba burlonamente, mientras lo sostenía entre sus brazos.

–Creo que los papeles se invirtieron y a ti te toca ser la princesa en apuros. –dijo riendo.

Armin chasqueó la lengua. Laura lo soltó. Cuando el rubio ya estuvo de pie, escuchó reír a la azabache detrás de él. Se dio la vuelta y la miró confuso.

–¿Qué pasa? –preguntó. –Nada –mintió Laura, cubriendo su boca para evitar reír, pero ante la mirada de Armin decidió hablar:– ¡Es que eres tan bajito! Decir que hace unos años me llevabas como una cabeza... oh, y de nada por salvarte, Lady Armin.

–Y-yo no necesitaba que... nada, mejor olvidemos que esto pasó y concentrémonos en leer un poco, ¿de acuerdo?

Laura asintió felizmente. Seguía sin poder creer como ese chiquillo de Armin lograra sacarle una sonrisa incluso en los peores momentos. Estaba agradecida eternamente con él... más bien, con todos. Pero no comprendía nada. ¿Por qué él, de entre todas las personas, se preocupaba tanto por ella, siendo que cientas de veces ella lo trató terriblemente mal?

–A-armin –lo llamó, él apartó sus ojos de la lectura para mirarla con atención–. ¿Por qué te preocupas por mí?

–Eres... mi amiga, es mi deber cuidarte y estar contigo –respondió él, ocultando su sonrojado rostro detrás del libro–. Como tú, yo también he estado solo, he sufrido y perdido a mucha gente importante. Te sientes miserable y ya nada tiene sentido para ti. Sé lo que se siente, no es nada bonito. Por eso decidí estar contigo siempre, porque tú sabes lo que he sentido y viceversa. Así que quiero que me prometas algo, Laura.

–¿Q-qué? –Con su voz temblorosa y ojos cristalinos, Laura esbozó una triste sonrisa hacia Armin–. Haré lo que sea por ti, Armin.

–Prométeme que siempre que te sientas sola, triste o simplemente busques un hombro en el cual llorar, acudirás a mí. Porque yo soy tu amigo, tu compañero. Porque puedes confiar en mí...

Buscando las Alas de la Libertad #1| Shingeki no Kyojin Fanfic ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora