No me había dado cuenta de lo obscuro que está en los ojos de los que más me quieren, hasta hace un par de días.
Es algo que no deja de darme vueltas en la cabeza.
Todos estamos marcados ¡Absolutamente todos! Es algo que ya sabía, vaya que lo sabía muy bien, sin embargo, hoy me cayó el veinte.
Las personas que me criaron, aquellas que me vieron crecer, aquellas que deambularon en los al rededores de mi desarrollo. Todas estas personas son más complicadas de lo que parecen ser.
Hoy alguien me confesó algo que probablemente jamás le contó a nadie más. Hoy alguien me abrió los ojos. Hoy alguien me ayudo a ver de nuevo en mucho tiempo.
Somos unos maestros del camuflaje ¿Lo has notado? Somos como camaleones pintándose del color de la corriente para pasar desapercibidos, y para que sus marcas pasen desapercibidas también.
A mis 17 años tengo conocimiento de cosas que probablemente preferiría no saber, y eso es lo que me trae aquí hoy, esta noche, un martes a las once con 29 de la noche.
Hoy vengo a escribir en este patético pero significante espacio en blanco mi testimonio.
Estoy marcada, desde el día en que nací por segunda vez.
Tengo esta idea de que todos nacemos al menos mil veces en esta vida. Nacemos de la manera más esencial posible.
La gente sale del saco que le mantenía con vida cada vez que se da cuenta de que hay más vida más allá de la conocida.
Yo, en lo personal, considero que he repetido el ciclo más veces de las que puedo recordar.
Nací de nuevo el día en el que me di cuenta de que los padres no se aman para siempre, nací de nuevo el día en el que me di cuenta de que mamá era la que dejaba los regalos detrás del sillón todos los 24.
Volví a nacer el día en que me di cuenta de que yo misma podía acabar con mi vida, así, en un pestañeo, en una comida, y también nací el día en que decidí seguir viviendo.
Tantas vidas existentes en una que aún no termina, y solo hasta hoy he comenzado otra que me ha hecho entrar en conciencia.
Llevo demasiado tiempo intentando ser la victima, la pobre infeliz incomprendida, la única con cicatrices de batalla, pero no más, hoy no.
Si alguien aquí me está leyendo, que dudo mucho porque mis palabras suelen perderse en un mar de realidades, pero si en estos momentos llegases a leer hasta este punto del despapaye de letras que ya deje en el camino, quiero decirte que no eres el único.
No eres el único ahogándose en silencio, no eres el único perdiendo la razón.
No eres el único marcado.
Aquí estoy yo, aquí está mi gente, aquí estamos todos.
Aquí está el incomprendido mundo que no está enterado de que todos estamos igual.
No eres el único, y ciertamente, no estás solo.
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Resumen de lo gris.
RandomCiclo sin orden aparente. Ojalá que te quedes hasta el final.