Una aventura en el hielo

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    Aún recuerdo el día antes de ir a "Sierra Nevada", ese lugar con un nombre mágico que solo de oírlo te hace imaginar multitud de aventuras inéditas. Me hacía preguntas tales como: ¿Cómo me lo pasaré?, ¿Cómo será la nieve?, ¿Y la compañía?....

Lo único que tengo claro es que ha sido una experiencia inolvidable y aquí os la relato:

Día 1: Miércoles, 29 de marzo de 2016

         Estando en clase, contaba las horas restantes para que mi profesor de Educación Física (Kike) viniese a avisarnos y mis oídos esperaban ansiosos la frase "Chicos, ya está aquí el autobús". Recuerdo que tuve que dar tres horas de clase, pero como todos los que íbamos, no llevábamos material ni tampoco ganas de dar clase, después de dar 40 minutos de matemáticas (odiosas por mi parte) escuché un murmullo de sonidos de maletas deslizándose por el suelo de la entrada.

     Pensé, ¿se irán sin nosotros?, todos estábamos impacientes, hasta que nos avisaron nuestros compañeros y rápidamente salimos como si del fin del mundo se tratase hacia la habitación que alojaba las maletas. Todos cogimos nuestras pertenencias y salimos hacia el autobús donde nos esperaban 4h y 30 min de viaje hacia Granada, pero se pasó rápido ya que íbamos pasándolo muy bien.

     Recuerdo la cantidad de ciclistas subiendo a Sierra Nevada, ¿cómo lo harán?, para mi eran más que personas, que disfrutaban de lo que hacían y... ¡Vaya piernas tenían!

Paramos a comer y descansar en dos ocasiones, hasta que finalmente llegamos a ese mágico lugar.

        Recogimos los materiales y podíamos elegir entre "Esquí" o "Snowboard", yo ante la indecisión hice lo que hicieron mis amigos, cogí "Snowboard" y guardamos los materiales. Fuimos al hotel y repartimos las habitaciones, a las cuales nos obligó Kike a hacerle un vídeo por si sucedía algo.

Pasamos allí la tarde hasta el día siguiente, eso sí, ¡SE HIZO ETERNO!

       Me tocó en la habitación con un chico que no había visto nunca (y eso que es de mi instituto), al principio me molestó el simple hecho de no haber caído en la habitación con mi mejor amigo (Pedro), pero eso también me sirvió para tratar con gente que no conozco lo cuál me servirá el día de mañana.

Día 2: Jueves, 30 de marzo de 2016

        A pesar de madrugar (cosa que pensé que no tendría que hacer), me levanté con un sueño aterrador y aunque mi cuerpo me pedía permanecer en la calentita cama, mi mente no podía dejar de pensar en el momento de llegar a las frías y emocionantes pistas.

      Yo nunca había estado en la nieve, y aquello era tan hermoso... mis ojos adormilados captaban cada una de las posibles formas en las que se movía la gente con sus esquís y sus tablas.

       No trataba mucho con el grupo en el que estaba, sin embargo, los veía por el instituto. El grupo lo formábamos (Champi, Gaspar, Gabriel, Alberto, Marchena , Pedro, Alejo y yo).  Pues, después de recoger el material que el día anterior guardamos en un almacén particular, nos dieron los llamados "forfaits" unas tarjetas para poder subir a la pista.


     Una vez con el monitor del hotel subidos en el telecabina, recuerdo mirar hacia abajo, hacia la pista del "río" dónde veía esquiadores y snowboarders bajar a toda leche y haciendo cosas que creía imposibles para el cuerpo humano. Yo miraba con asombro ese desfile, tan precioso de gente bajando y uniéndose con la nieve  (tanto sentimentalmente, como cayéndose...).


         Llegamos arriba, donde nos esperaba la monitora de snow (Tatiana), una chica muy agradable y paciente (tenía que serlo por lo que os contaré más tarde), llegamos los 8 y nos atamos la tabla para comenzar la clase. Empezamos con delicados movimientos para girar, pero estando en el hielo, las botas resbalaban demasiado así que todos intentábamos mantener el equilibrio mientras miles de carcajadas salían de nosotros en forma de ¡Qué ostia te vas a pegar, socio!

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