Miss Evil (En Edición)

Capítulo 1: Siren

<< There's a little bit of devil in her angel eyes. >>

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— Dame tu mejor mirada seductora, preciosa. —Habló un rubio de cabello largo que sostenía una cámara entre sus manos. — Haz que tus fans te deseen. —Una lenta sonrisa curvó sus labios.

— Eres un adulador de lo peor, Deidara. —La bella joven lo miró divertida.

— Sakura, querida, si no capturo estas tomas, tus fans me harán pagar caro. No olvides que ahora eres la nueva consentida de Siren. ¿No te alegra saber que tu fama llegó lejos en tan poco tiempo?

— ¿Recuérdame por qué hago esto? —Ironizó.

— Porque quisiste irte de Cruor* y deseabas probar algo nuevo. —Sakura lo observó y le hizo un ademán para que continuara con el resto de la explicación. —...Y bueno, porque necesitaba una nueva modelo, una que hiciera que otras agencias maten por tenerla. Así sabrían que soy el mejor fotógrafo de todos los tiempos. ¿Feliz? —Sonrió.

— Tu propósito fue algo egoísta. Me gusta —Negó divertida.

— Bueno, terminaremos por hoy, necesito llevarle estas fotografías a la directora Tsunade. Estará nuevamente fascinada con tu trabajo.

— Eso quiere decir que, ¿no vendrás conmigo a cenar? —Preguntó.

— Lo siento, nena, no esta noche. Pídele a Azazel* que te acompañe. —El rubio vio su mueca de disgusto.

— Como quieras. — Se dio la media vuelta, tomó su abrigo y su bolso que estaba en uno de los asientos de cuero del estudio.

— Oh, lo olvidaba...finge comer esta vez, no querrás que los humanos empiecen a sospechar de nosotros. —Respondió.

La peli rosa le dedicó una última mirada antes de marcharse, dejando en completo silencio a Deidara.

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— "Finge comer esta vez". —Sakura recordó esa última frase. Sabía que tenía que ser más cuidadosa con ello y más ahora que era el foco de atención en todos los medios.

Se dirigió al elevador de la agencia y esperó paciente hasta que la llevara a la planta baja, donde su Corvette Stingray c7 color negro esperaba por ella.

Llegó hasta el estacionamiento, donde Aoi, el encargado de aparcar los autos, le saludó y le entregó las llaves de su coche. Ella se despidió de él y se fue con dirección a Aragawa.

En el camino se detuvo frente a una luz roja, tomó el celular que dejó olvidado esta mañana en el asiento del copiloto y empezó a marcar un número bastante conocido.

A la segunda llamada, escuchó del otro lado de la línea, una voz masculina.

— ¿Diga? —Preguntó el hombre.

— Azazel, ¿quieres hacerme compañía esta noche? —Una sonrisa juguetona apareció en sus labios.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así cuando estamos fuera de Cruor? — Gruñó.

— Vale, Sasori. —Rodó los ojos. — Entonces, ¿nos vemos? —Insistió.

— Siento que soy tu segunda opción, ¿no es así? — Maldijo.