14 de abril de 2015.
Llevaba unos días con el estómago revuelto, nerviosa y deseosa de empezar una nueva etapa que por desgracia sólo duraría 3 días. Las prácticas de botánica que nos habían concedido en el colegio.
Todo empezó cuando mi despertador sonó una hora antes de lo previsto.
Al principio me molestó porque eso de madrugar no iba mucho conmigo pero luego me dio igual porque quería llegar con tiempo y relajada al Jardín Botánico.
Mi padre se levantó media hora después cuando yo salía de la ducha.
Me miró con cara de dormido, me dio dos besos y me dijo:
-Vete preparando que en 15 minutos salimos.
Salimos de casa justamente 15 minutos después.
Cuando llegamos, nos sobraron 5 minutos y nos pusimos a andar por el camino de arena polvorienta que había en frente del Jardín.
Estuvimos hablando de mis expectativas, mis metas y mis remordimientos de "niña adolescente " como me llama él.
Dieron las 9 de la mañana y junto con una compañera nos metimos para dentro.
Iba a ser un gran día lleno de plantas, amigos y nuevas enseñanzas de un mundo totalmente desconocido para mí.