Capítulo 26: Egoísta

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—Nosotros no queríamos nada de esto.

Desvié la vista de Nate a su madre y, como todos a excepción de Dylan que permanecía enfrascado en sus pensamientos, ella también nos miraba.

—Joder, pues haberos puesto protección—soltó entonces Nate frustrado con su conducta. Y aquello que sucedía era tan serio que a ninguno le dio por reírse por ese comentario.

—Nathan, no tienes ni idea—dijo dulce, dedicándole una mirada lastimera aun con los ojos enrojecidos por sus lágrimas al ver que su hijo se estaba alejando de ellos.

—Empiezo a hartarme de esa frase.

—A mí empieza a hartarme tu actitud—se entrometió mi padre dando un paso adelante, desafiante.

Le fruncí el ceño percibiendo la fuerte energía que en ese instante creció a mi lado, en Nate, sabiendo que se controlaba y que más que por él mismo, lo hacía por mí porque era mi padre.

—Eh. Relájate—Se levantó entonces Dylan poniéndose firme, con aire protector.

Ese gesto hizo que la mala energía que a toda velocidad había crecido en su hijo, desapareciera sin dejar rastro y que por lo tanto yo también me liberara de esa amarga sensación que venía consigo. No me hizo falta girarme hacia él para corroborarlo.

—Eso. Cálmate—le reprendí avergonzada por su comportamiento. Rompí la expresión seria de su rostro y no supe identificar qué fue pero retrocedió su paso para quedarse al margen. La mirada que me dedicó mi madre después de eso me hizo sentirme culpable aunque no supe por qué lo hacía.

—Lo que quería decir—llamó Sophia de nuevo la atención de todos—, era que creíamos que naceríais humanos.

—¿Qué os hizo pensar eso? ¿Acaso no sois nuestros padres biólogicos?—inquirió Nate. Se notó en su voz la duda que esa pregunta había despertado en él, y al exponerla también lo había hecho en mí.

—Sí. Por supuesto—se apresuró a contestar orgullosa de eso—. Es solo que procuramos—remarcó esa palabra—, que fuerais humanos.

—¿Nos envenenasteis antes de nacer?—los acusó.

—¡No!—Se ofendió—. Jam...—Se detuvo al ver la mirada de reproche de su hijo haciéndola recordar que sí que habían intentado hacerlo apenas un día atrás—. No lo hicimos—aclaró con firmeza y entonces los cuatro se intercambiaron miradas. Me hizo dudar de su respuesta y a Nate también.

—Mientes.

—No lo hace—la auxilió mi madre volviendo la vista hacia los dos—. Creíamos que seríais humanos porque extrajimos la essenza de nuestros cuerpos cuando llegamos aquí, antes de que fuerais concebidos.

—¿Se puede hacer eso, sacar la essenza como si nada?—quise indagar un poco más en aquel detalle, por curiosidad.

—La erradicación completa de essenza en una única extracción provoca un descenso repentino de la temperatura corporal. Nuestra parte humana no es capaz de generar todo el calor perdido y causa la muerte por hipotermia. No se puede contrarrestar—comenzó por explicarme Sophia, y mi madre continuó—: Pero si se realizan extracciones parciales en períodos de tiempo controlados, esa parte humana sí alcanza a producir el calor perdido en cada una y por lo tanto lograr mantenerte con vida. Aunque nunca se puede extraer totalmente la essenza, de ahí que seais replicanos. Había un porcentaje muy bajo de que pasara...e incluso aún más infinitamente pequeño de que fuerais ambos. Era casi imposible.

—Entonces vosotros...

—No somos humanos del todo, como hemos dicho no podemos sacar toda la essenza. Mi capacidad de curación aún funciona en heridas leves, él—Señaló a Dylan—, aún es ágil con sus movimientos, aunque no como antes, y tus padres han conservado la velocidad de aprendizaje propia de un independiente; pero por ejemplo, no podemos animatizarnos ni hacer emerger nuestras géminis.

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora