Problemas En El Cole 1/3

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     - ¡Te voy a romper la cara,  flaco cabezón!
     - ¿Tú y cuantos más?, ¡barril sin fondo!
     - ¡No necesito ayuda de nadie para hacerte pedacitos!, y no soy gordo sino robusto...
     - ¿Robusto?, ¡robusto! Ja, ja, ja, no me hagas reír. Robusto es mi perro, tú eres un mapamundi de grasa.
     - ¡Ah sí!, ¡ah si! Pues este mapamundi te va a aplanar la cara... -y su pesado brazo fue hacia atrás como cargando una ballesta y sus dedos se contrajeron formando un puño, que más se parecía a una masa que a la mano de un niño. En el momento en que disparaba el piñazo con destino a la cara de Santiago, el gordo batuque notó qué su brazo no le respondía,  que no sr movía...

      Había sido una semana complicada para los chicos: adaptarse a un colegio nuevo, conocer nuevos compañeros y nuevos maestros no era algo fácil de asimilar rápidamente. Y eso sin contar el hecho de que, días antes, se habían enterado que eran descendientes de una extraña casta de guerreros guardianes, llamados Los Andaluins,  y que habían enfrentado y vencido a un metamorcorpus que quería apoderarse del dominio del recinto de las mil cuevas para su amo y señor del mal, Belnaster.  Éste, después de adoptar la forma y personalidad del tío Agustín y de ganarse la confianza de todos en la casa, había logrado ubicar y entrar al recinto secreto.
       Los tres niños habían cambiado mucho ese verano, habían crecido y madurado a la fuerza. Ellos mismos se sentían mas distintos : más seguros, más unidos y más comprometidos.

        Como si todo esto fuera poco, para Santiago esta semana se había complicado aún más. Se había ganado la enemistad de Batuque, el líder de la clase. La forma de ser de Santi, un niño extrovertido, simpático y ocurrente, había generado la rápida aceptación de sus compañeros y los celos de Batuque, que veía perder su protagonismo en el grupo.

       De sus pupilas parecían salir chispas. Giró la cara buscando la razón de la parálisis de su brazo y se encontró con unos ojos helados que se clavaron en los suyos. Recién entonces notó una presión en su muñeca que iba en aumento. La mano de extraño había sujetado la suya impidiendo que este golpeara al alumno nuevo.
       En torno a ellos se fueron juntando varios chicos curiosos por saber cómo terminaría el incidente. Hacia tiempo que nadie enfrentaba al Batuque. Estaba en tercero, pero había repetido dos años y era realmente un niño muy bravo y violento. Todos en el colegio trataban de evitarlo, incluso se decía que frecuentaba amistades muy peligrosas.
       Enfrente  tenía a un chico de su misma edad aunque un poco más alto. De cabello oscuro y corto, ojos marrones y tez cetrina, mantenía una expresión insondable y misteriosa. Si bien era flaco,  se notaba que era muy fuerte y decidido.
      -¡Ni se te ocurra tocar a mi hermano! - dijo con firmeza el recién llegado-. Antes de tocarle un solo pelo te las vas a tener que ver conmigo.

      El voluminoso agresor se había enfrentado a chicos mucho más grandes que aquél y jamás se había echado atrás, pero había algo en esos ojos que lo hizo dudar. No era una sensación qye experimentaba a menudo, salvo con su padre,  un hombre violento y malhumorado que se emborrachaba frecuentemente y descargaba en él todos sus fracasos y miserias.
       Titubeó, carraspeó, intentó hablar y sobreponerse a esa extraña sensación, pero no lo logró. Tenía que hacer algo, no quería que los demás vieran que flaqueaba. Después de todo, él era el más temido del colegio y no podía permitir que un recién llegado lo humillara...

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2016 ⏰

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