—¿Qué crees que estás haciendo?— le pregunte sin importarme lo quebrada que estaba mi voz en ese momento. La tomé por la cintura evitando que saliera por la puerta y la sujete fuerte contra mi pecho.—Estoy viviendo, ¿No es lo que querías?— me soltó con rabia y clavó sus ojos cafés en los míos.
—No. Esto no es lo que quiero para ti. -Le dije con tristeza. Reflejaba un vacío inmenso en la mirada, es como si todo ese universo que reflejaban esos ojos color cafés ya no existiera.
—Déjame en paz -Me gritó unos segundos después.
—¿CÓMO DEMONIOS ME PIDES ESO? -Me miró con espanto, nunca le había gritado de esa manera. Noté como unas lágrimas bajaron por sus mejillas, me sentí como un idiota. —¿No te das cuenta que te amo? - Le dije minutos después de recuperar mi cordura.
—Aléjate de mi -Me dijo muy decidida tras atravesar la puerta con dirección a su coche. Su semblante había cambiado, ahora parecía muy segura de lo que estaba diciendo y no podía hacer más nada que verla partir.