40- Nuevos Planes

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Maratón 2/3:



***



-Miguel, sabes que es arriesgado, una locura total ir a Túlgrüda ahora mismo. ¿Acaso has olvidado que eres un caído? Tú no puedes volver, nuestra superiora te ha desterrado. Además corremos el riesgo de que un ángel negro nos delate si llega a ver las alas grises de Rubén. El chico ni siquiera sabe como ocultarlas, ¿cómo pretendes que pasemos desapercibidos? Y ni hablar de August, él es un humano, no puede ir a Túlgrüda como si nada. Está prohibido.

Media hora. Ese es el tiempo total que llevo escuchando las mil y un razones de Raspberry para no ir a Túlgrüda. Hace media hora que no para de parlotear indignada por mi decisión. Nunca vi a un demonio hacer tanto alboroto por algo tan simple. Pero yendo contra mis instintos naturales... intento respirar, ponerme en su lugar y dejar a un lado las potentes ganas que tengo de hacerla callar con la Gungnir. Sólo estamos nosotros dos en la habitación, ya que el humano y Rubén han bajado al primer piso para preparase algo de comer. Así que, mientras Raspberry y yo "discutimos" (y por "discutir" me refiero solo a ella porque es la única que ha estado hablando todo el tiempo), ellos ya deben de haberse ido a dormir cómodamente con los estómagos llenos. Y los envidio... porque tengo mucha hambre.

-Está bien, para ya.- la detengo con los ojos cerrados, intentando contenerme para no gritar. Suspiro aliviado al ya no escuchar su voz irritante.- Hablaremos de esto mañana, tengo hambre, sueño, estoy cansado mentalmente y no tengo ganas de pelear, lo cual seguramente haremos cuando te dé mis razones para afirmarte que ir a Túlgrüda es la mejor opción ahora mismo. Terminó la discusión.

-¡Miguel, por favor!- vuelve a exclamar ella sin rendirse. Gruño frustrado, dejándome caer sentado en los pies de la cama mientras que ella camina de un lado a otro frente a mí. Sería tan fácil cortarle las piernas con la Gungnir... suena tentador...- Podemos quedarnos un tiempo más aquí. Cuando llegamos me dijiste que había un campo de protección contra demonios alrededor de esta mansión. Pensemos con la cabeza fría nuestras posibilidades y cuando estemos 100% seguros de nuestra decisión... nos vamos.

-Tú lo dijiste antes demonio.- río revoleando los ojos.- Ren no tardará en encontrarnos si nos quedamos quietos. En realidad ya debe saber que estamos aquí. Debemos movernos. Perfectamente podría venir él mismo aquí si sus demonios no logran traspasar el campo de protección. Además, ahora tenemos a Cassandra detrás de nosotros, ella también quiere a Rubén para sus propios fines.

-¿¡Qué!? Pero dijiste que ella nos ayudaría.- exclama confundida, colocando sus manos en su fina cintura.

-Sé lo que dije, pero me equivoqué. Al parecer la hice llegar a su límite y decidió traicionarme. En fin, no hay otra opción Raspberry. Aquí en el mundo humano es muy fácil que nos encuentren, debemos partir.

-Maldición...- suspira tocándose la sien y masajeándosela como si le doliera.- Está bien... yo también estoy cansada. Estos días con toda la tensión de no saber si Rubén despertaría... ni siquiera pude pegar ojo.- admite.- Hablaremos de esto mañana Miguel, y lo haremos con la presencia de August y Rubén también, quiero saber qué opinan ellos.

-¿Opinar? ¿Y qué saben ellos sobre lo que nos conviene?

-No olvides que August es un humano bastante informado. Tal vez sepa algo de utilidad. Y Rubén... pues él merece saberlo. Todo esto es por él, debemos explicarle.

-De acuerdo, de acuerdo.- acepto poniéndome de pie.- Hablaremos mañana entonces.- digo a modo de despedida. Raspberry asiente resignada, y luego comienza a caminar hasta la puerta con sus alas de murciélago decaídas. Al parecer en verdad está cansada, todos necesitamos un buen descanso, hasta yo admito que me siento pesado y desganado.

Me recuesto en la cama cuando ya me encuentro solo en la habitación, cerrando los ojos para dormir por al menos unos minutos. No necesito más que eso.

Pero lamentablemente, la sed y el hambre vencen mi cansancio y me obligan a ponerme de pie. Iré a casar algo rápido y volveré antes de que amanezca, porque estoy seguro de que si el sol me alcanza no resistiré más el cansancio. Camino hasta la puerta de la habitación y salgo silenciosamente, suspirando con alivio al ver que todos ya se han ido a dormir. Al menos no se escucha ningún sonido en el piso de abajo.

Uso mis alas para volar unos segundos hasta dar con la planta baja de la mansión, sin ganas de usar la gran escalera, y luego vuelvo a caminar, esta vez dirigiéndome a la puerta que da al exterior nocturno.

Pero una sombra en uno de los pasillos a mi alrededor logra distraerme.

Extrañado, me decido a olfatear el aroma de quien quiera que sea el dueño de esa sombra, pero ni siquiera me es necesario ya que al instante logro reconocer la cabellera castaña casi rubia de Rubén a lo lejos antes de que se pierda nuevamente por un pasillo. Al parecer está explorando. Sonrío relamiéndome los labios, pensando que tal vez podré saciar mi hambre de otro modo.

Comienzo a perseguirlo sigilosamente sin que él se percate de nada. Puedo ver cómo camina lentamente observando todo a su alrededor y pasando su pálida y huesuda mano por las paredes de diferentes matices. No ha perdido su curiosidad a pesar de ya no ser un humano completo. Sigue siendo el mismo Rubén... sólo que ahora posee alas plateadas en su espalda.

Amplío mi sonrisa al ver cómo finalmente ingresa a una habitación aleatoria. Hay tantas habitaciones en mi mansión que ya ni siquiera recuerdo qué resguarda aquel cuarto. Rubén ingresa en la habitación con algo de inseguridad, aquello puedo notarlo por sus alas tensas. Río en voz baja al ver cómo entrecierra la puerta detrás de él, y una vez que lo pierdo de vista me aproximo y asomo mi rostro por la fina línea de espacio que queda entre la puerta y la pared para ver qué es lo que hace.

El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora