Ellos tiran papeles a su espalda, algunos están babeados, eran acompañados de risas burlonas completamente grotescas.
Él sólo ríe histérico y se promete a si mismo que pronto van a acabar.
Pasa la siguiente hora, ahora los ataques son, algo, más agresivos.
Ahora, las palabras son más hirientes e incluso le hacen cristalizar sus ojos cafés. Pero, sigue prometiéndose a asimismo que pronto acabará.Hay un receso en el medio, la campana tintinea y todos salen atorados por la puerta del salón. Él siente como el aire libera sus pulmones, el cual inconscientemente ha estado atascado en ellos, debido a la tensión.
Supone que todo acaba a partir de ese instante, pero se equivocó al mirar que fuera de la habitación, un grupo de jóvenes más altos y grandes en masa que él -un niño desgarbado y pequeño- han de estar esperándolo.
Se abalanzan sobre él de manera brutal, haciéndole chocar su espalda, contra la fría y dura pared.
Comienzan a grasnarle palabras incoherentes haciendo un breve e insulso discurso sobre porqué aquella emboscada.
Siente sus rodillas temblar y un sudor frío empieza a inundar su piel.
El más grande de todos, la cabecilla de ellos, toma en un puño su remera blanca y comienza a golpearlo, descaradamente, en el rostro.
Su cuerpo débil se sacudía bajo estos. Intentó defenderse pero, los demás sostenían sus extremidades, por lo que estaba totalmente inmóvil y sumiso a aquel terrible final.En un momento, el dolor era tal, por todos los puntos de su cuerpo, que sólo sentía un hormigueo en él.
Su mente era un mar de hipótesis, trayendo una y otra vez, una sola pregunta sin poder contestarse.¿Porqué?
Un sinfín de respuestas inválidas e incoherentes eran descartadas. Un brusco movimiento, sobresaliente de todos los otros que continuaba recibiendo, lo hizo volver entre sí.
Yacía en el suelo, con la vista borrosa y un zumbido llenando su cabeza.
Un eco de una voz irreconocible e histérica clamaba con enojo que lo dejaran en paz.
Sus compañeros respondían de la misma forma, incluso con protesta, que no debía meterse.
Luego, de amenazas de parte del vil grupo, ambos callaron por unos minutos.Se encontraba aturdido, y sin remota idea de lo que sucedía a su alrededor.
Temía porque su cuerpo fuera brutalmente atacado y que está vez, no volviese a despertar.Sintió sus pies balancearse suavemente y una viento helado chocar en su cara. Alguien le acariciaba sus cabellos, mientras susurraba tiernamente que todo estaría bien.
Liam, gimoteo porque el extraño hizo fuera en su costilla izquierda, la cual dolía como los mil infiernos. Asustado, su acompañante lo calmo, callando su voz con un tierno "shh".
Se sentía en calma, luego de tantos años, se sentía en una dulce armonía que le picaba la lengua.
Hizo un vano esfuerzo al intentar pegarse en el pecho de aquel individuo, pero sólo consiguió sentir un calambre en todo su cuerpo.Una pantalla negra se hizo presente, había caído dulcemente en los brazos de Morfeo.
-Liam... sé que puedes oírme.- Susurró el pelinegro con la voz gangosa.- Liam, esto es mi culpa, lo sé.- Sorbió sus mocos con enojo- Lo lamento, me odio, mira como estás, cielo.- Sollozó desesperante- Prometí cuidarte y ahora estás en pedazos.- Gruñó abrazándose al cuerpo dormido del castaño.- Te amo.- Habló decidido- Siempre lo he hecho, sólo que no quería verlo- Secó sus lágrimas con enojo.- Ahora lo sé y lo digo, Te amo, Liam.-
Intentó llamarlo una vez más. Pero, el castaño no respondió.
Sonreía con dulzura, totalmente entregado a la sensación de paz, porque luego de tantos años se hallaba en paz.
Ahora sabía la respuesta, que más ansió tener alguna vez. Su amor era totalmente correspondido...
Sólo lamentaba no poder contestar que él, también lo hacía e incluso más.
Pero, el sueño eterno en el que se encontraba, lo tenía en perpetuo silencio.
Gracias por leer.
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OS; BULLYING, ziam
Short StoryDónde los ángeles de la guarda, a veces, tardan en llegar y en varias ocasiones, no tienen alas.