Ni contigo, ni sin ti. (Mario Götze)

Capítulo 10.

Me sacó de mi sueño un molesto sonido, era mi teléfono. Me estaban llamando. Yo estaba durmiendo sobre el pecho de Mario y él me abrazaba rodeando con sus brazos mi cintura.
Cogí el teléfono rápidamente de la mesilla y vi que era Gi.

-Mierda, mierda, mierda.- Dije cogiendo el móvil.-Gi, ya voy para allá.-Me levanté deprisa y abrí el armario para sacar mi ropa.

-¿Donde estás?-Preguntó Gi.

-Me he quedado dormida, voy lo más rápido que puedo.-Contesté.

-Date prisa, el señor Whart quiere verte en su despacho.-

-Dile que he tenido una emergencia y que en media hora estoy ahí.-

-Está bien, se lo diré.-Dijo Gi.

-Muchas gracias, eres la mejor.-Contesté aliviada.

Cogí la ropa con la que me iba a vestir y entré corriendo al baño.

-¿Qué pasa?-Dijo Mario frotándose los ojos y moviéndose en la cama.

-Me he dormido y llego tarde a trabajar.-Contesté saliendo del baño y sentandome en la cama para ponerme las botas.

-¿Qué hora es?-Preguntó Mario somnoliento.

-Las 08:35, me voy corriendo. Duérmete otro rato si quieres, yo salgo a las 13:30. Estás en tu casa.-Dije cogiendo mi bolso.

-Gracias, pasa un buen día.-Dijo Mario besando mi mejilla.

-Gracias Mario, hasta luego.-Bajé corriendo las escaleras y salí de casa.

Corrí hacía mi coche, espero que mi jefe no esté muy enfadado. No podía permitir que me despidiesen, ¿qué imagen daría en el club?
Decidí no ponerme en lo peor y ser positiva, seguí conduciendo hasta llegar a mi lugar de trabajo.

Una vez allí, me encontré con Gi en el pasillo.

-¡Por fin! Corre al despacho del Señor Whart, te está esperando.- Me dijo nerviosa.

-Voy, gracias Gi.- Contesté y corrí hacía el despacho de mi jefe, llamé a la puerta antes de entrar.

-Pase, señorita García.- Dijo señalando una silla para que me sentase.

-Gracias. Señor Whart, siento muchísimo llegar tarde, me quedé dormida porque he dormido muy poco.- Dije apenada.

-Tranquila, no pasa nada. Es la primera vez y a todos alguna vez nos ha pasado. No es por eso por lo que quería hablar con usted.-Contestó.

-Oh, muchas gracias. ¿Entonces qué es?-Pregunté.

-Necesitamos que sustituyas a una compañera enferma en un juico dentro de dos días. Está totalmente indispuesta y no puede acudir al juicio. Me pareciste la persona más adecuada para sustituirla.- Dijo sacando una carpeta de su cajón.

-Entiendo, ¿pero en dos días?-Dije pensativa. No sabía si podría prepararme la defensa en tan poco tiempo.

-Sé que es poco tiempo, pero tranquila, es un caso bastante simple y muy decantado a nuestro favor. Créame que, en cuanto le eche un vistazo, no le causará ningún problema.-Dijo entregándome la carpeta.

-Está bien, pues lo haré. Muchas gracias por confiar en mí.-Dije sonriendo.

-Tiene usted mucho potencial como abogada. Bueno, puede irse el resto del día a casa para que tenga tiempo suficiente para preparar el caso.- Contestó.

-Muchas gracias.-Dije levantándome. Me despedí de él y salí del despacho.

Fui a la sala de estar, así llamábamos a la sala en la que había sofás, una máquina de café y donde nos sentabamos a trabajar muchas veces.