Querido Diario

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Aquí estoy, de nuevo, desvanecida. Muy perdida. Sola

Discutíamos, peleábamos, terminábamos pero nos amábamos como nadie sobre el planeta Tierra.

Empezaríamos de nuevo, un nuevo comienzo para ambos. Él sería mi hombro, y yo sería su apoyo. Juntos siempre, en las buenas y en las malas. <Juntos>.

Aún recuerdo todos nuestros planes para el futuro.

Una boda. Yo con un hermoso vestido blanco. Él con su perfecto traje negro.

Una luna de miel. Cerca de la playa, en la que nos conocimos y enamoramos.

Una casa. Cerca de un bosque, con aire fresco y poder perdernos cada que quisiéramos.

Tres pequeños. Danya, Minna y Liam. Tendrían los ojos verdes de él.

Envejecer juntos.

Y morir.

Y él se fue. No sé a dónde. Está perdido.

¿Dónde está ahora?

Como la Atlántida, ¿bajo el mar? No sé.

Tratamos de seguir, pero ni siquiera noté cuando él desapareció de mi vida.

"¿Dónde estás ahora?" Le cuestiono siempre en mis sueños. Nunca obtengo respuesta.

Él es mi sueño. O lo era.

Pero ahora, él no está. Se fue. Me dejó. Me desvanezco...

¿Dónde está ahora?

Solo fue una fantasía mía, quizá

¿Me lo habré imaginado?

Sigo perdida.

Me hundo cada vez más.

Lo extraño.

Y él era la sombra que mi luz irradiaba, una parte de mí. Él me sintió.

Queríamos un nuevo comienzo. Pero se fue. Se desvaneció. Y yo también.

Tengo miedo... Mucho miedo... ¿Dónde estás ahora?

Cierro el cuadernillo y coloco el candado en su lugar. Mi ventana tiene miles de gotas. Está lloviendo afuera. Hace frío. Me levanto de la cama y guardo mi diario bajo los libros del estante. Suelto un enorme suspiro.

-Vamos Hannah, déjalo ir-me reprendo a mí misma en voz baja. Niego con la cabeza.

Doy varios pasos hasta salir de la habitación. Bajo las escaleras con sumo cuidado. Las llaves de la puerta principal están en el bolsillo de mi abrigo negro. Camino decidida. Estoy a menos de diez centímetros de la puerta. Suspiro de nuevo. Tomo la perilla y la giro con suavidad. La puerta se abre con velocidad, sigue lloviendo. Miro afuera por unos segundos. Cierro los ojos e inhalo el aroma fresco de la lluvia. Doy un paso y estoy fuera de casa. Miro la pantalla de mi celular.

-12:40 am-susurro para mí misma.

Cierro la puerta y le echo llave. Cubro mi cabeza con el gorro del abrigo. Suspiro de nuevo. Comienzo a correr, sin rumbo alguno, con todas mis fuerzas. Quiero escapar.

Estoy en lo que parece ser un parque olvidado. El parque a donde siempre veníamos juntos. Miro a mi alrededor. Ya no están los tulipanes de colores que adornaban el verde césped. Ni siquiera la lluvia logra alegrarlo. Los juegos están más que oxidados. Y los columpios en los que nos balanceábamos están rotos.

-Como mi corazón-pienso en mis adentros.

Sigo recorriendo el lugar con la vista. Un hermoso árbol, en el que pasábamos las tardes bajo de él, no tiene más hojas. Tan sólo queda el tronco que poco a poco pierde la vida. Me acerco a él. Aún tiene las marcas que hicimos de nuestras manos unidas. "H y D". Basta, son muchos recuerdos para mí. Giro sobre mis talones y comienzo a caminar de cuenta nueva. Lo único que ilumina las calles vacías son las enormes lámparas de color azul. Mi vista se nubla de poco en poco y quito las estorbosas lágrimas que corren ya por mis mejillas. Detente, deja de llenar tu mente con tantos pensamientos inútiles. Suspiro. Ya no hay salida. Hay casas rodeándome. Y en sólo una de ellas hay una pequeña luz que ilumina la habitación superior. Ahí vivía él.

-Vaya que te tengo bien metido, Dimitry-menciono dando media vuelta y caminando de nuevo.

La lluvia se ha detenido. Quito el gorro de mi cabeza y mi cabello cae por sobre mis hombros. Es un desastre, y está húmedo. Toda yo estoy mojada. No me importa. Mi celular comienza a vibrar y sé por instinto que es mamá. Miro la pantalla. Como imaginé. Ignoro la llamada y sigo mi rumbo. Quiero respirar un momento y quizá después regrese a la realidad. Quizá vuelva a desvanecerme.

Y es donde caigo en cuenta, de pronto, que no estoy sola. Hay alguien más del otro lado de la acera. Es un joven y lleva cubierto el rostro. Lo miro por un momento hasta que se percata de que es observado. Ha mirado hacia mí. Y se queda como paralizado por un segundo. ¿Por qué? ¿Piensa asaltarme? ¿O cree que yo voy a asaltarlo? Bajo la mirada y continuo mi caminar. Pero el sujeto se acerca a mí. Sin embargo, el miedo no me entra por ninguno de mis poros.

-Hannah...-suelta de repente. Me paro en seco. Ay no.

Doy media vuelta y me encuentro con sus ojos. Sus hermosos ojos verdes. Los que irradian tanta felicidad, los que nunca están opacos. Pero estoy equivocada. Muestran cansancio. Están rojos. Y no ha dormido. Aun no se descubre el rostro por completo. Aunque lo deduzco bien. Quita de poco a poco la bufanda gris que porta y vuelve a mirarme. Mi corazón a dado un vuelco. Mi vista se nubla de nuevo. Si, estoy llorando. Las gotas de lluvia vuelven a caer sobre nosotros. No sé qué decirle. Hace cerca de siete meses que no sé nada de él y ahora se aparece de la nada.

-Dimitry-susurro.

Las piernas me tiemblan y juro que estoy a punto de caer. Suspiro. Él se había ido. Parecía que la tierra se lo hubiese tragado. Ahora está aquí. Quito mis lágrimas rápidamente. Él se acerca más. Estoy nerviosa. No te acerques o me rendiré a tus pies, no estoy lista para esto.

-¿Qué haces aquí, a esta hora?-pasa uno de mis mechones detrás de mi oreja y el enorme faro delata que estoy llorando.

Trago saliva. Y tiemblo ante su tacto. Esa pequeña caricia hace que sienta miles de mariposas en mi estómago.

-Quería caminar un poco-al parecer no puedo hablar de la conmoción porque vuelvo a susurrar.

Él me mira extrañado.

-Vas a congelarte aquí-toca mis hombros-vamos a mi casa y así quizá podamos...-se queda callado por un momento

-Hablar-termino la oración y él asiente. Imito su acto y caminamos hacia su auto.

Estamos de camino a su casa. Llevamos cerca de quince minutos metidos ahí. Ninguno dice nada. Y tengo tanto que preguntarle. No sé que vaya a pasar. ¿Y si es otra de mis fantasías? ¿Y si lo estoy imaginando?

Sólo sé que me estoy desvaneciendo... Estoy perdida, muy perdida. Y me desvanezco.


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