Monstruo

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El hombre que mamá había traido a casa estaba sobre ella, con un navaja, y le estaba haciendo pequeños cortes por los brazos, piernas, mejillas, muslos, por todas partes.

Mi madre estaba bañada en sangre, cada vez que gritaba o chillaba de dolor el hombre le agarraba las mejillas y se las apretaba fuertemente.

-¡Perra! no seas llorica, ¡nos estamos divertiendo! -le dijo el horrible hombre con una maldita sonrisa.

-¡Maldito! ¡Suéltala! ¡¿Estas loco?! -dije entrando a la habitación, intentando no demostrar lo aterrorizada que estaba. El maldito hombre me sonrió terroríficamente.

-¡Oh!, ¿Quieres divertirte tú también pequeña zorra? -el hombre levantó su mano y le dió un fuerte golpe a la mejilla de mi madre, aunque ella siempre me gritaba que no me quería y que desapareciera de su vida, nadie de merecía aquello.

-¡Hija! ¡Corre! ¡Salvate, hija mía! te amo, no dejes que ese sádico loco te atrape -dijo llorando y gimiendo de dolor.

-¡Mamá no te dejaré! -le dije desesperada. Y volví mi vista al sádico hombre.

-Oww, la perrita no dejará a su madre, entonces ¡Que empieze la diversión!

Se acercó a mi con una estúpida sonrisa en su cara, y yo retrocedí aterrorizada, ¡Ese hombre es un monstruo!

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