Sonó el teléfono.
Me desperté, aunque seguía con los ojos cerrados. Me negaba a salir de las mantas, no tenia fuerzas para moverme, ni siquiera intenciones para levantarme. Después de que sonara tres veces el celular, algo me impulsó a abrirlos instantáneamente, y de manera seguida miré el reloj que tenía justo en frente. Eran las 4 am. ¿Quién demonios llama a esas horas?
Alargué mi brazo hacia la mesita de noche para intentar alcanzar el móvil, pero me di cuenta que no estaba ahí, así que me rendí y me levanté con desgana a buscarlo entre las sábanas de decoración que estaban tiradas en el suelo, guiándome por el tono de la llamada.
Vaya, era Elisa.
Respondí a la llamada, esperando que me soltara esa cosa que tanto le atormentaba como para haberme llamado, pero fue extraño, no me contestó. Hubo un silencio de corto plazo y se colgó.
Lo dejé en la mesa y me tiré en la cama derrotada por el cansancio en las esponjosas sábanas que moldeaban mi figura. Entré en un profundo sueño.
Por fin estaba con él, sentados en la acera de una carretera mientras las farolas iluminaban el camino. Una brisa suave despeinaba nuestro cabello, mientras él contemplaba la niebla que nos estaba rodeando. Quería ver qué ojos escondía detrás de esas gafas que reflejaban las únicas luces que habían.
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Rozando el final del arco
Non-FictionLa muerte de Elisa fue estremecedora para Sandra, la cual compartía gran parte de su tiempo junto a ella. Nada logra llenarla desde que falleció en un accidente de tráfico de vuelta a casa. Pasado un tiempo del fallecimiento de la joven, descubre el...
