Ana sabía que lo que hacía no era correcto, pero no podía evitarlo y su corazón latía con exitación. Su padre le había dicho varias veces que no hable con extraños. Todo el tiempo escuchaba noticias en la tele de que malvada era la gente que se llevaba pequeñas chicas lejos de su casa, pero ahí estaba ella... con su atracción a lo prohibido, y la adrenalina que una chica de su edad podría obtener haciendo algo que le fue dicho que no hiciera. Pero Ana ya era grande, una chica de casi 10 años!
Con timidez se fue acercando cada vez más al hombre. No era la primera vez que él la llamaba, pálido y flaco, se veía nervioso. La transpiración en su frente era clara, así como su dentadura con varios dientes faltantes que se veía cuando el sonreía. Levantó una mano invitándole a que vaya a su lado.
"Acércate mi amor... necesito un poco de ayuda, ok?"
Ana estaba fascinada por el brillo del cabello colorado del hombre.
Se acercó apenas un poco más.
El hombre se avalanzó hacia ella haciendo que su hedor caiga sobre ella. Olía a comida podrida, a baño sucio de escuela, Ana con un movimiento agraciado se movió hacia atrás saliendo del rango del hombre. Su valentía desapareció rápidamente, mientras ella corría, el hombre gritaba desesperadamente por ella, pero apenas podía moverse con sus piernas encadenadas...
Su sed de aventura cesó, y mientras Ana apagaba la única bombita de luz y subía las escaleras para subir del sótano, atrás de ella el hombre comenzó a gritar...