Vivimos a siete minutos exactos del instituto y cuando digo que nunca hemos llegado tarde, es verdad. Charlie ha estado llevándome desde Octubre, cuando consiguió su coche, pero llevamos yendo juntas desde primaria. Primero con su madre, y luego, cuando su madre se puso enferma, con la mía.
Charlie dice que con lo de ser popular no puedes arriesgarte. Es decir, puedes sacarle mucho provecho, pero debes saber que hay una linea que no se puede cruzar. Para nosotras, esa linea es llegar tarde y nunca lo hemos hecho, ni siquiera Olivia, a quien le cuesta mas de cuatro horas arreglarse cada mañana. No creo que le preocupe especialmente lo de ser puntual, pero es mejor no discutir con ella.
He tenido un registro de asistencia perfecta desde el primer año, con la única excepción del día en que Olivia se rompió el pie y tuve que ir a urgencias con ella. Cumplo la regla de la puntualidad porque planeo ir a Standford el año que viene. No lo tengo demasiado difícil, solo necesito no perder de vista el objetivo en este primer trimestre. Lo que significa seguir la regla de nunca llegar tarde, aun que sea por distintas razones.
Charlie gira hacia la parte superior del parking y por un segundo abro la boca para corregirla, pero luego recuerdo que estamos en nuestro ultimo año y ahora aparcamos aquí. Desde la parte superior, puedes ver todo el colegio a tus pies. San Bellardo fue nombrado el campus mas bonito a escala nacional el año pasado, y por un momento, sentada en el auto con Charlie, entiendo porque. Antes era una finca, y Cooper House, el edificio principal de nuestro instituto, era la antigua mansión. Los despachos de los profesores eran habitaciones y hay arañas victorianas colgando de muchas de las aulas. Jake quiere asaltar el vestuario de las chicas y colgar toda nuestra ropa interior de las arañas como broma de ultimo año. Charlie intento explicarle que la broma de ultimo año no se gasta a los de ultimo año, pero no creo que el lo pillase.
El resto de los edificios del instituto eran casas de invitados y garajes convertidos, e incluso un establo de caballos. El edificio de detrás del patio es nuevo, pero lo construyeron para que fuese idéntico al Cooper House, así que no se nota. La hiedra crece por todos los edificios y si miras a través del campo de fútbol puedes ver el océano. Seria un sitio precioso para pasar el tiempo si no fuera un instituto.
Olivia ya esta allí cuando nosotras aparcamos, saliendo de su BMW SUV. Fue un regalo de su padrastro por su decimosexto cumpleaños. Es blanco y en su matricula se lee OLIVE16. Los padres de Olivia a veces la llaman Olive. Ella dice que no lo soporta, pero yo creo que en el fondo le encanta. Su familia esta bastante unida. Su madre tuvo dos hijos con su padrastro y Olivia pasa un montón de tiempo con sus hermanos pequeños.
-Holaaa- Dice Olvia. Lleva básicamente lo mismo que Charlie: skinny jeans, zapatos morados y una camiseta de tirantes gris; la única diferencia es que Olivia lleva una cardigan azul encima en vez de una sudadera. Lleva su rubio cabello recogido en una coleta alta. Parece recién salida de su caja de plástico. Una barbie perfecta.
Olivia se estira, levantando los brazos por encima de la cabeza y haciendo que se levante la camiseta, dejando al descubierto su abdomen. Charlie lo llamaría un movimiento de poder. Su teoría es que todos tenemos uno. Es lo que haces para alardear.
-Buena suerte con eso- Dice Charlie, señalando su ombligo. - A pesar de las apariencias, tenemos un código de vestimenta.
Olivia bosteza, pone los ojos en blanco y abrocha uno de los botones de su cardigan.
-Vamos allaaa- dice. Olivia tiene la tendencia de alargar la ultima palabra de cualquier cosa que dice. Es molesto, pero al ser tan guapa en el instituto, tus hábitos no importan. Igual que no importa si pides una coca cola light o una normal con tu Big Mac. En este orden del universo, no cambia nada.