let it bleed » l.s

Prólogo

El primer recuerdo que tengo, el primero con el cual entendí que estaba viviendo, no se trató de un momento, ni de una persona, mucho menos de una palabra. Era un sonido. El relinchido del caballo de mi padre.

A cierta edad no te preocupas por nada, lo único que quieres hacer es divertirte y ser feliz con toda tu familia. En mi caso no sucedió como usualmente es.

Mis padres no estaban casados hasta que yo nací. Mi papá era un profesional jockey, conocido en gran parte del país. Mi mamá diseñaba vestidos para cualquier ocasión. Ambos estaban en el mundo de la fama.

Viéndolo desde cierto punto, lo tenía todo lo que cualquier niño deseaba, hasta los diez años.

Mi mamá me culpaba de todo lo que sucedía en la casa, especialmente por el hecho de nacer. Mi padre se la pasaba borracho gran parte del día y en la noche salía a cualquier lugar. Cansada de la situación, mi mamá decidió dejarnos a ambos, llevándose todo lo que llenaba la casa, inclusive el dinero. Acusó a mi padre de sufrir violencia física –lo cual, en parte, era cierto- pero negó que yo fuera su propio hijo.

Entonces, de un día a otro, todos los medios sociales giraban alrededor de mí. Nos tuvimos que mudar a Wilmington, donde, obligado por la falta de dinero, estudiaba y trabajaba.

Pero siempre amé los caballos. Por donde quiera que fuera, buscaba en cada escondite algún establo y cuidarlos. Los amaba porque ellos poseían la capacidad de correr lo más lejos que se pueda hasta huir del lugar, lo que nunca logré.

El alma de Harry se comportaba como un caballo encerrado, viendo a los demás correr cuando la trompeta suena, pero su puerta no se abre y por más que haga ruido, nadie le hace caso. Y yo sólo podía salvarlo.