3 días antes de la boda.

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Levanto mi vista para mirar a Diana, mi hermana, que lucía un hermoso vestido de novia, blanco, con encaje y mucha pedrería brillante. Era exactamente como ella había soñado siempre. Hoy era su última prueba y ya podría llevárselo.

-¿y qué te parece? –pregunto ella. Le di una media sonrisa, tal vez algo falsa y respondí.

No me interesaba en lo más mínimo, no me importaba como le quedaba su estúpido vestido, ni los odiosos zapatos, tampoco la decoración o algo que tuviera que ver con esta asquerosa boda. Yo no sería la que pasaría el resto de mi vida con él, no formaría una familia y tendría ni un poco de su amor, yo seré la cuñada, triste que tendré que mirar desde afuera toda la historia de amor.

-te queda lindo.

-¿solo lindo? Lindo es un vestido que utilizas para ir a la iglesia, para casarte debe ser mucho más que lindo, perfecto. –comenzó a explicar alterada.

-es la misma mierda, te queda hermoso Diana. –explique frustrada.

-lenguaje señorita. –regaño una de las ancianas modistas que habían ayudado a hacer el vestido. Rodé los ojos y asentí.

Antes de que Diana pudiera comenzar a parlotear otra vez, mi celular sonó, salvándome de la furia de mi hermana. Salí lo más rápido que pude de la tienda y mire mi pantalla, suspire hondo y mire al cielo, y colgué la llamada. Volví a entrar a la tienda, pero esta vez a buscar mi abrigo y cartera, antes de que Diana me viera, me fui de allí. Camine un par de cuadras hasta encontrar un taxi que me llevara a casa, no tenía energías para aguantar todos los estúpidos preparativos de la boda. Mi teléfono sonó un par de veces insistentemente, pero continué ignorándolo.

Cuando llegue a la casa, note que mi madre todavía no había regresado de su almuerzo con "amigas", si así se pueden llamar a mujeres tan falsas. Papá trabajaba y solía llegar antes de anochecer, mientras Justin, el prometido de mi hermana, hacía lo mismo, o eso espero, lo último que quiero es encontrármelo.

Entre a la cocina y comencé a prepararme un café, al terminar solo me senté en uno de los sofás de la sala, dentro de uno de los cajones de la pequeña mesa de junto encontré los cigarros de mi padre. Lo observe y finalmente lo encendí, solía fumar muy ocasionalmente, y aunque sonara muy extraño y poco común, yo amaba el aroma al humo del cigarro eventualmente, me recuerda a mi padre.

Al cabo de media hora después la puerta principal se abrió, rogué para que sea quien fuera, no notara mi presencia en ese pequeño sillón de esquina en el que me encontraba, sin embargo no lo logre.

-Hola. –saludo él. Al captar que yo no respondería volvió a hablar. -¿algún día me dejarás de ignorar?

-Justin, ignorarte es igual que dejar de hacerlo, de todas formas no tenemos ningún tema de conversación. –me encojo de hombros y Justin toma asiento frente a mí.

Su mirada se posa totalmente en mí, amo que haga eso, pero sé que no es correcto eso ahora que todo se ha tornado tan incómodo.

-¿estuviste fumando? –bajo mi libro y lo miró a los ojos.

-no. –respondo seca.

-huele a cigarro, además dejaste la evidencia aquí. –dijo tomando la colilla de cigarro del cenicero. –al menos que tu padre utilice labial.

Mire fijamente la colilla que ponía frente a mi ojos y vi el color de mi labial, debí usar mate.

-pero que observador eres Bieber. –fruncí el ceño. Marque mi libro y lo cerre.

- si tenemos algún tema de conversación después de todo. –dice sin quitarme la mirada, yo tampoco la desvío, lo observó sin vergüenza, porque lo conozco tan bien que he ganado ese derecho.

The Sister Of My Girlfriend Donde viven las historias. Descúbrelo ahora