the unholy two. ☆ taegi

tutti-fucking-fruity.

Nota de autor: Diálogos entre comillas. Posiblemente sea un two shot.

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Las reglas para sobrevivir en una película de terror son las siguientes:

1- No se pueden tener relaciones sexuales, ya que las personas vírgenes pueden ser más astutas que el asesino al final.

2- No se debe beber o consumir drogas, ya que como regla #1, son pecados.

3- Nunca digas "enseguida vuelvo".

—Scream (película), 1996.

Cuando Taehyung se muda al pueblo, le toma una semana para acostumbrarse a los cambios que le traen dejar su viejo yo atrás y comenzar de nuevo. Quizás es porque cuando se largó de la ciudad que lo había visto crecer, lo hizo con la cabeza caliente y no pensando con pura claridad. De todos modos, son contadas las ocasiones en las que Taehyung planea su vida y aquella vez definitivamente no fue proyectada en su extraña mente.

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''Cuando haces uso de tu cabeza te conviertes en un genio, cuando no lo haces sólo eres un idiota,'' comentó Namjoon una tarde que Taehyung pasaba a visitarlo por la gasolinera donde trabaja, y él sólo rió porque aquellas palabras simplemente le parecieron el equivalente perfecto a estás cometiendo un error al irte de aquí sin siquiera planearlo. Lo cierto es que Taehyung estaba cansado. Cansado de ver las mismas caras en el vecindario, cansado de volver a casa y encontrarse con un montón de botellas vacías apilándose en la precaria sala de estar —cortesía de un padre alcohólico—, cansado de ver a su ex novia paseándose con un tipo distinto todas las semanas, cansado de ser despedido todos los jodidos meses de un empleo diferente por ser un consumidor de marihuana. Vale, a veces simplemente olvidaba que no todos toleran el olor a sus cigarrillos, y vaaale, quizás a veces, sólo a veces, estaba demasiado drogado como para funcionar correctamente pero no fue su culpa que los platos del restaurante donde trabajaba se hayan roto, a cualquiera puede pasarle, quiero decir, ¡estaba lavando los platos! Es algo normal que la vajilla se patine de sus manos. Y sí, está bien, no pasó sólo una vez. Y okeeeey, su último supervisor estaba gritando como una cabra loca cuando Taehyung le sonrió como manera de disculpas. No es que el uso indiscriminado de hierba le afecte la motricidad, o al menos eso es lo que intentó hacerle creer a su jefe. De todos modos, sus disculpas no funcionaron y terminó con un sueldo de mierda ''lo que rompiste no se paga solo'' le explicaron. ''El dueño de este lugar se pudre en dinero. Renovar dos o tres platos no va a llevarlo a la banca rota. ¿Sabes qué? Jódete. Jódanse todos'', fue la respuesta de Taehyung antes de salir por la puerta. Por una parte estaba aliviado, el local no era el mejor lugar para ir a comer, de hecho él nunca tocaba ningún plato por más apetitoso que se viera, especialmente cuando uno de los cocineros le comentó lo que hacía con la comida cuando un cliente se ponía pretencioso. Taehyung le daba un mes de vida al restaurante antes de que lo clausuraran, claro, si no es que había sobornos de por medio antes.

No es que viera todo a color negro. Como en todos los lugares, habían cosas que lo hacían feliz. Estamos hablando de veinte años de recuerdos y personas. Tenía a Hoseok y a Namjoon, que eran un año mayor que él pero la diferencia de edad era apenas perceptible y ni siquiera eso. Los tres se conocían desde que eran niños y gracias a una tarde de lluvia en la que Taehyung los desafió a una carrera en bicicleta alrededor de la plaza más cercana porque los otros niños del vecindario estaban encerrados en sus hogares debido al clima. Hoseok nunca le daba la espalda a las aventuras —excepto cuando se trataba de monstruos o alturas— y fue en cuestión de segundos que estaba gritando a su lado fingiendo ser un corredor de motos. Por otra parte, todo el mundo sabía que Namjoon era el tipo de niño que elegiría un libro antes de salir a jugar una tarde lluvia —y probablemente coger un resfriado al otro día—, pero Taehyung había conseguido herirle el orgullo cuando gritó ¡Namjoon gallina! a todo pulmón. Namjoon no tuvo más opción que reparar lo que quedaba de su honor (¿Honor? Era un crío de diez años, por dios). Es por eso que los tres, bajo esa circunstancia, cruzaron caminos hasta forjar una sólida amistad.