1. Primera impresión.

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Lizeth desconocía la presencia de Fernando, no le daba ni la mínima importancia, gran error. Coincidían en fiestas, instituto y tenían amigos en común, supongamos que fue un encuentro forzado. Apenas compartían palabra, sus puntos fuertes era bailar y beber, normal para unos chicos tan jóvenes.
Llegó la noche, aquella noche en ese pub, en la que Fernando la sacó a bailar y en la que poco a poco se empezaban a dar cuenta que el hecho de no haberse visto desde un tiempo hacía que aquel baile juntos marcara más que un paso, mejor dicho, un encuentro de añoranza. Desde entonces ya era normal verse todos los fines de semana, en el mismo lugar y con el mismo entusiasmo de verse y bailar juntos. Siempre con esas ganas de mantener una conversación llena de risas y, por supuesto, esas ganas de llegar a tener algo más.
Cada noche, se buscaban con la mirada para que Fernando sacase a bailar a Lizeth. Bailar pegados y los roces cada vez eran más notables. Pero eso no fue lo que encendió la chispa, también tomaron ayuda de hablarse por redes sociales e insinuarse, hasta llegar a tal punto de plantearse de quedar una tarde ellos dos solos. Así fue, ella con mil nudos en la garganta, mil prendas en la cama, mil formas de peinados, no sabia ni como actuar, ni como sorprenderle. Y él, ansioso por verla, por dentro sabía que todo iba a ir bien, que no habría silencios incómodos ni preguntas estúpidas como "¿Y qué me cuentas?"

No Pensaba Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora