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Solitario y medio loco, yace el nuevo lobo en sus pensamientos

Solitario y medio loco, yace el nuevo lobo en sus pensamientos

Solitario y medio loco, el nuevo lobo.

Como uno más de esos días él había esperado a que llegase la noche, solía no dormir hasta la mitad de esta, donde el silencio era máximo y la nostalgia la correcta, era de las personas que solo no podían dormir, a pesar de que no sabía la razón, él creía conocer algunas, tal vez era su infinita incomodidad por donde estaba, tal vez era la desidia que le causaba ese destino o tal vez solo era nerviosismo, nerviosismo por no encontrar algo, él no sabía que, él no sabía de qué manera buscar, o donde, o cuando, solo sabía que necesitaba encontrar algo.
Era el único momento en el que él creía que podía encontrar sueño, que por cierto había perdido hace mucho, y descansar a sus anchas, hasta que lo despierte el sol a través de la ventana o el perro desgraciado de la vecina, esto es lo que vivía, entre sus libros, entre sus notas, tarareando esa vieja canción de Bob Dylan que le enseñó su padre tiempo atrás.
Por cierto, déjenme presentarles a nuestro desgraciado amigo, su nombre era Sebastián, su apellido se había perdido ya hace mucho, entre las dedicatorias a de sus autores favoritos y el divorcio de su padres, tenía veinticuatro años cuando lo conocí. Nunca fue un éxito con las mujeres, incluso una vez llegó a cuestionar su sexualidad, pero no era lo suyo, entendió que enamorarse de cada mujer linda que conocía no era coincidencia, cada cierto tiempo encontraba en mujeres diferentes al amor de su vida, casi siempre, no les decía ni hola y con esa actitud tonta y cobarde seguía su vida casi sin rumbo.
La última vez que lo vi fue en el metro de Buenos Aires, ese cabello largo, esas ojeras prolongadas de quien alguna vez fue mi mejor amigo, ya con treinta años en la maleta, ya medio rendido, ya medio acabado.
Siempre soñó con esa vaga ilusión del amor a primera vista, claro, nunca llegó a tenerla, al terminar la carrera su padre le regaló un pequeño departamento, frente a un parque, un nicho hermoso y perfecto para sus creaciones hermosas y perfectas, que casi nunca compartía:

Siempre ante la luz del Alba
Ante el final de la noche serena
Mi amor se cita con mi sueño
Y tienen un diálogo de melancolía
Una danza de sentimientos puros
Una danza de valor escondido
Una adicción a las letras profundas
Y ese temor de ser solo un respiro.

Si, decidió vivir para y con sus poemas, decidió vivir para él, para su arte, para su amor a la tinta, pero basta de contar la triste historia del bohemio y oculto Sebastián; quien como ya habrán supuesto, es el nuevo lobo; o al menos su historia antes de Luna.
Recuerdo bien cuando la conoció, fue un día de lluvia, como los que le gustaban, ella cargaba su mochila en los hombros y una dulzura infinita en las mejillas, como ya veinte veces más, él se enamoró a primera vista, pero como ya hace veinte veces antes, no se atrevió a saludarla.
Pero, continuemos con su búsqueda.

Solía comprar el pan para los dos días siguientes siempre a la misma hora, gusta de la presencia de la panadera, una más de sus amadas a escondidas, una más de sus derrotas, en fin, solía hacer todo siempre a la misma hora, con una puntualidad religiosa, gran regalo de su madre, la recordaba aún joven, sin esos dos hijos que tuvo con su segundo compromiso. El, ya había olvidado la familia hace mucho. Un día más pasó, un día más de esos a los que solo esperaba su noche, se sentía cómodo en ella, durante el día solía leer en la tina del baño, el agua tibia calmaba esos dolores lumbares que le dejó aquél accidente en bici a los doce años, aún se echaba la culpa del divorcio de sus padres, seguía creyendo que no caminar por tres años había hecho que sus padres se odien mutuamente, tenía razón, pero su odio surgió mucho antes, le gustaba la música antigua, lo que escuchaban sus padres cuando él creía que eran felices, casi siempre escuchaba el mismo disco, "the times, they are a-changin" era su canción favorita, lo cierto es que no sabía si había nacido cincuenta años después, o tal vez cincuenta años antes, no le gustaba casi nada de su época, su tiempo, odiaba el celular, o al menos así era hasta que nos conocimos, le gustaban los libros viejos y las películas italianas, para acortar términos, era un joven muy viejo.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2017 ⏰

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