Una tragedia tras otra

5 1 0
                                    

Ya hacia casi una semana que el padre Andrés no veía a Manuel y ya se estaba preocupando. Todas las mujeres del pueblo, casi que a diario, le preguntaban dónde estaba el padre Manuel.

Cerca de las 11 de la mañana del octavo día, el padre Andrés estaba en la capilla hablando con unas señoras sobre la comunión de sus nietos, cuanto todos vieron en la puerta 3 figuras, una era la de Manuel, que apareció vestido de paisano con unos vaqueros negros, una camiseta blanca y por encima una camisa a cuadros roja y negra desabrochada, pero nadie reconocía las otras dos.

-Padre Manuel, espero que tenga una buena explicación para su pequeña excursión.
-Este no es el sitio correcto para hablar, padre Andrés.
-Tiene razón. Vaya al despacho y espere allí, cuando termine de conversar con estas señoras, iré.

Manuel no dijo nada y se puso a caminar y los dos que le acompañaban le siguieron. Unos diez minutos después, el padre Andrés entraba en el despacho con cara de muy pocos amigos.

-¡¡¡Padre Manuel expliquese!!! -se le notaba a la legua que estaba enfadado -¿y quién son estos dos que te acompañan?
-A él -señaló a Carlos -seguro le sonará a verlo visto aquí el otro día y él -señaló al otro chico -no sé quien es, sólo me ha dicho que es un enviado de la diócesis para ser el nuevo monaguillo.
-En ese caso, ve un momento fuera -le dijo al nuevo monaguillo -me reuniremos contigo cuando termine esta reunión.

El monaguillo se fue del despacho y el nerviosismo, por parte de Manuel, se podía cortar con un cuchillo.

-Padre Manuel, ya es hora de que me diga dónde ha estado toda esta semana.
-Esto... yo... -no era capaz de pronunciar una palabra comprensible.
-Yo se lo explicaré -intervino Carlos, y en ese momento si que empezó a sudar Manuel -mi hermano Juan se a casado hace 3 días y él quería que Manuel fuera el padrino de la boda, por eso vine yo a buscarle hace una semana. No sabe la sorpresa que se llevaron todos nuestros amigos, conocidos y familiares, cuando se enteraron de que hiera cura -cada palabra que soltaba Carlos lo hacia con tanta naturaleza que parecía que dijera la verdad o que ese discurso lo había ensayado 1000 veces por lo menos.
-No sé si creermelo, pero por ahora te voy a dar el beneficio de la duda, así que ve y cambiate que tienes mucho trabajo retrasado.

Manuel dio gracias y como no quería tentar más a la suerte, salió del despacho y tanto él como Carlos se fueron por caminos distintos. Carlos se fue de la parroquia y Manuel a cambiarse. Una vez en su habitación...

-Sé lo que has estado haciendo durante tu ausencia de la parroquia -el susto que se pegó Maniel, es que no hay palabras para describirlo -te he visto.

Manuel miraba de un lado a otro de la habitación, sin ver a nadie, pero cuando encendió la luz, lo vio todo claro. Detrás del armario salió el nuevo monaguillo.

-¿Qué haces en mi habitación? -es lo único que podía preguntar, ya que el miedo lo había paralizado.
-Eso no es lo que debería preocuparte -con cada palabra se iba acercando más y más a Manuel -lo que te debería preocupar el lo que yo sé de ti y de lo que has estado haciendo.
-¡¡No he hecho nada malo!!
-A no ¿Y follarte a ese que iba contigo durante casi una semana no es malo? -su tono burlón y su mirada de asco, hizo que Manuel perdiera la compostuta y lo cogió del cuello de la camisa y lo estampó contra la primera pared que encontró -con esta reacción acabas de demostrar que eres una maricona que se folla a todo bicho viviente.

Manuel iba a darle un puñetazo, pero le detuvieron. Carlos que había visto toda la escena desde la ventana, había entrado en cuanto las cosas estaban siendo casa vez más peligrosas. Pero el monaguillo no se libró del puñetazo, pero se lo dio Carlos.

-Eso va por llamarlo maricona, hijo de puta -dijo Carlos mienstras el monaguillo esculpida un poco de sangre.
-¿Es qué no habéis tenido suficiente durante 7 días que aún vais a follar aquí? -y seguía provocando. Carlos no era conocido por sus paciencia.
-¡¡¡Voy a hacer que escapas todos tus puntos dientes!!!
-Carlos no. No vale la pena -aún que dijera eso, Carlos aún tenía los puños apretados y preparado para una pelea -¿qué es lo que quieres? -dijo mirando directamente al monaguillo que este dibujo una sonrisa de medio lado, y eso casi hace que Carlos le partiera la cara.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Porque los capullos como tú, siempre queréis algo -interrumpió Carlos antes de que Manuel dijera algo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 29, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Pecado De Amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora