El Jardinero y yo [II]

Iris

Iris

La residencia era muy exclusiva y relativamente nueva, por lo que había menos personas viviendo allí de las que pensaba y eso le gustaba a mami y a mí; papi siempre quería vernos felices. Era bueno que no transitaran muchos coches porque así podía ir a pasear sin tener a mami detrás de mí todo el tiempo; me gustaba su compañía, pero hoy no porque quería ver al señor del otro día. No sabía cómo iba a encontrarlo, pero si había estado la otra vez era porque también vivía allí, ¿no?

Tenía un límite de tiempo que había acordado con mami e iba a agotarse pareciendo desaprovechado si no lo encontraba. Vagué tanto tiempo por todos lados, que cansada de ello, decidí regresar a casa, pero en el camino lo vi con su gorra azul, aunque llevaba puesta una playera blanca esta vez. Podaba el pasto y la máquina hacía un ruido infernal, por lo que cuando intenté hablarle no me escuchó, así que tuve que acercarme y plantarme prácticamente frente a él para que me viera. Cuando lo hizo, apagó la máquina y se limpió el sudor de la frente con el interior del cuello de su playera.

—Ah, eres la pequeña abusadora de flores indefensas.

—No soy abusadora —me defendí con presteza.

—¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí? —preguntó no muy contento, tal vez porque lo molesté de su trabajo.

—Yo vivo aquí. ¿Tú también vives aquí?

—No, sólo trabajo.

—¿Trabajas aquí? ¿En qué trabajas?

—¿No ves? Soy el jardinero.

Abrí los ojos sorprendida y miré los jardines a mi alrededor, notando lo bien atendidos que estaban; así que él se encargaba de cuidar todo esto. ¡Por eso sabía tanto de las flores! Miré el cielo, el que se azulaba en un tono más oscuro y recordé que debía regresar a casa o me metería en problemas.

—Me llamo Iris —le dije retrocediendo un par de pasos.

—Es una flor.

—Lo sé, mamá lo eligió. Adiós.

Y en cuanto me di la vuelta para correr lejos de él, escuché que la podadora volvía a encenderse. No volví mi vista hacia él ni una vez para verlo trabajar.