No me hare cargo, no soy un Vongola.

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—Si nos disculpan nos retiramos—dijo Tsuna dando una reverencia—. Deamon-nii te encargo a Chrome-chan y Mukuro-nii. Se comportan todos hasta tú Kyoya-nii—amenazo con ese tono cantarin de voz que era dulce, pero llevaba promesas de dolor por lo bajo.

Esto sería un largo camino para conseguir que él heredero verdadero tomara el puesto, más que eso sería un largo camino para que él castaño los aceptara sin matarles con la mirada.

—¡No pueden irse!—exclamo Giotto antes de que los dos se fueran.

—¿Por qué?—preguntó Reborn ya harto de tantas vueltas.

—Por que es más que claro que Tsunayoshi es él heredero de Vongola—le respondió Alaude con una mirada seria, aunque él siempre la tenía.

—No me haré cargo—les contesto.

—¿Por que no?—pregunto el actual jefe Vongola con duda corriendo por su voz.

—Por que yo no soy un Vongola—les confesó, pero al ver sus caras decidió explicarles mejor—. Mi apellido original debería ser Tsunayoshi Di Giglio Nero.

—¿Cómo lo descubriste?—preguntó temeroso el rubio.

Hace tiempo que en la mansión no se mencionaba nada sobre aquella situación. No si querías seguir viviendo.

—Jaja Gamma vino a ver a Reborn diciendo que Aria estaba muy mal que quería verme—le dijo viendo a Giotto con enojo—. Ahí me dijo mi verdadera madre sobre que yo era su hijo, un descendiente de Sepira junto con Yuni.

Giotto tembló ante la mirada que le era dirigida. Reborn lo miraba con odio y hasta se podría decir que asco. Deamon miraba todo con una cara llena de pena, él ya sabía que él pequeño castaño era hijo de Aria Giglio Nero al igual que Iemitsu Vongola. Por derecho él pequeño era un Vongola y un Giglio Nero, se le arrebató la oportunidad de tener una familia que lo quisiera ya que como era un hijo fuera del matrimonio él padre se quedaba con él niño, la madre podía visitarlo, pero las visitas se irían haciendo menos hasta que para él pequeño su madre sólo sea un recuerdo. Él ya sabía por que Nana le miraba tan mal, acordaron hacerlos pasar por gemelos aunque fueran de distintas madres se parecían tanto que nadie dudaba que era hijo de Nana. Pero pocos sabían la verdad.

—¡Eres un Vongola!—le dijo Giotto con una sonrisa intentando apaciguar al chico.

—¡Yo no reconozco aquel apellido!—grito Tsuna enojado—. Me quito la oportunidad de tener a alguien que me quiera. Me quito la oportunidad de tener una madre que no me mirara con desprecio, me quito la oportunidad de crecer con mi hermana y me quito la oportunidad de saber que no es ser comparado, olvidado y hasta menos preciado—le reclamo a Giotto al punto del llanto—. Yo no soy un Vongola, nunca lo reconoceré, por más que me digan que ese apellido me pertenece. Aunque mi abuelito me lo pida.

Giotto sintió que era tener roto el corazón por primera vez en su vida. Sintió que era lo que en verdad callaba aquel pequeño castaño que ahora le gritaba cuanto perdió por el simple capricho de su padre. Sintió el dolor de alguien más que no fuera él mismo. Se le había olvidado que estaba hablando con un cielo, aquellos que eran tan expresivos y con la sonrisa más brillante de todas. Había intentado apaciguar a alguien que cuando su armonía se alteraba expresaba tanto en tan poco.

—Tsuna calmate—le susurró Reborn abrazando lo.

Tsuna se dejo abrazar. Sus brazos se fueron relajando. Era tan obvio que Reborn con solo unas palabras lo lograría calmar. Le susurro palabras lindas al oído, lo abrazo contra su pecho ocultando su pequeña carita entre su pecho y sus brazos. Él chico lloro, lloro todo lo que no pudo el día de la muerte de su madre, lloro la soledad que sentía tan latente a pesar de tener a Reborn, lloro sabiendo que eran tan desastroso su pasado como su futuro, lloró por que si no se arrepentiría de no poder sacar todo su dolor. Los sollozos le partieron el corazón a más de uno, los leves quejidos llenos de ira y un lamento tan nítido como palpable les hacía sentir tan inmensamente desdichados por ver a él cielo llorar de manera tan amarga. Todos los guardianes se dieron miradas compartidas, era como comunicarse sin palabras, se acercaron al pequeño abrazándolo. Este pego un pequeño brinco al sentir otros brazos que no fueran las del mayor, pero se dejo abrazar, todos lo calmaban con aquel contacto, aunque Reborn estaba enojado por el contacto con él pequeño aún así les dejo abrazarlo.

—Tomare el puesto del décimo Giglio Nero—les informo en voz baja y áspera—. Yo no soy un Vongola, aunque el apellido este latente en mi. Aunque mi sangre me llame a tomar el puesto. Yo no soy un Vongola nunca podría serlo, no tengo la sangre tan fría o el alma tan oscura.

—Perfecto, entonces yo soy él heredero—dijo Tatsunari con una sonrisa algo satisfecha.

—Tatsunari el anillo no te quiere—expreso en un murmuró Giotto.

Todos miraron al castaño, el anillo quería que aquel chico que estaba en brazos de todos sus hermanos relevara a su jefe pero él pequeño no quería nada que viniera de Vongola.

—¡Nosotros no seremos los guardianes Vongola!—gritaron todos los chicos al mismo tiempo.

Las miradas fueron a parar hacia ellos, nadie entendía de que hablaban, habían sido escogidos no podían hacer nada al respecto. Aunque G tenía claro que nunca obligaría a Hayato a tomar un camino con el que no estaba feliz. Alaude no haría eso, no cuando el seguía a Giotto por propio gusto. Y Deamon, el solo estaba orgulloso.

—¿De que hablan?—pregunto Tatsunari arrugando la nariz y el entrecejo.

—Él décimo nos necesita y nosotros lo seguiremos a donde sea que vaya—contestó Gokudera con una mirada llena de determinación.

—Chicos no es necesario... además de que ya tienen a quien cuidar—intento hacerlos declinar Tsuna.

—Kufufufu nada de eso Tsunayoshi-Kun, nosotros no estamos de acuerdo, nuestra fidelidad es hacia ti—le respondió Mukuro con una sonrisa.

Tsuna miro a sus amigos con un poco de duda, no quería que ellos se tomaran tantas molestias. Al ver los ojos del castaño los chicos supieron que estaba dudando, así que hicieron una reverencia enfrente de él ganándose miradas curiosas de todos los presentes.

—Te cuidaremos con nuestra vida si es necesario Tsuna.

—Te cuidaremos con nuestra vida si es necesario Tsuna-nii.

—Te protegerémos al extremo Sawada.
—Hmmm herbívoro.

—No vas a poder huir de nosotros Tsunayoshi-Kun.

—No lo piense Boss.

—Nuestra protección es para usted décimo—le dijeron con la determinación plasmada en su mirada.

Todos hablaron al mismo tiempo. Aún cuando Tsuna no quería aceptar la invitación a seguir juntos.
Tsuna los miro, no estaban dudando, le estaban confiando su vida, le confiaban sus esperanzas, le estaban confiando todo de ellos, era su cielo y como buen cielo los haría felices. Le dio una sonrisa enorme mientras les veía.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora