No son simples marcas

26 2 0
                                    

Mi vida transcurre dentro de cuatro paredes, y el espacio dentro, es el mismo aproximadamente a dos estacionamientos de automóviles.
Si, muy chica, pero es mi habitación.
Por otra parte mi hermano menor, poseía la habitación más grande de la casa, tan solo por tener muchos juguetes. Pero ni suerte cambiaría cuando de repente, hace ya dos semanas, Federico irrumpía nuestras noches de sueño con sus interminables llantos en plena madrugada. Mis padres, cansados y agotados por la situación del menor, decidieron que lo mejor seria cambiarnos de habitaciones, así, solo tal vez, él dejara de llorar a la madrugada perseguido por sus pesadillas.
Por supuesto que me alegre saber que tendría un espacio más grande para mi misma, lo que jamas hubiera imaginado, fue lo que ya estaba en esa habitación.
Si bien, las primeras noches Federico parecía poder dormir y dejar dormir sin interrupciones, yo, por mi parte, comencé a frecuentar el campo de las pesadillas, al principio creí que solo era una propia sugestión de mi inconsciente, pero cuando paso una semana, la situación se volvía alarmante.
Me estaba acostumbrado a despertar a las 3:00 am., con el rostro pegajoso, y un sudor frío recorriendo desde mi cuello hacia mi espalda.
En cambio, de día era todo maravilloso, me pasaba mis tardes decorando la habitación, llenando cada rincón con mi esencia, pero quede petrificada al observar unas finas lineas, justo en la pared junto a mi cama. Las contemple por un momento, y luego las acaricie con las yemas de mis dedos, eran lo bastante profundas como para distinguirse del relieve de la pared, pero no tan voluminosa como para verse a simple vista. Eran largas, varias, algunas incluso, llegaban a medir más de 40 cm., y no eran verticales ni horizontales, eran más bien, lineas con leves curvas.
Decidí investigar al respecto, llame a mi hermano para preguntarle con que objeto había dañado la pared, pero el simplemente no respondía, solo observaba las lineas. Entonces le interrogue acerca, de si uno de sus amiguitos hizo aquello, o si fue algún mueble cuando hicimos la mudanza. Pero no obtuve respuesta alguna.
Sus silencios solo significaban una cosa, el realmente no comprendía aquellas marcas.
Sentía impotencia al no descubrir que eran esas líneas. Con el pasar de los días, mis pesadillas se fueron intensificando, y para peor. Día a día, iba descubriendo, como aquellas marcas se hacían más presentes en mi pared, ¿aumentaban?.
Una noche, cansada de tantas preguntas y sin respuestas, decidí dormir en el cuarto de Federico, dado que nuestro padres había salido, y debía cuidarlo, perfecta excusa. Hay dos cosas que son de conocimiento popular: 1 Entre las 2 o 2:30 hasta las 3:00 am., si te despiertas es porque probablemente alguien estaba observándote. 2 Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
- Sabes, no deberías tener tu cama de ese lado, estas aplastándolo.
- Exactamente ¿qué estaría aplastando?
- Al niño que no puede respirar, tonta. Se va a enfadar.
Sus palabras flotaron a nuestro alrededor, caímos dormidos.
A la mañana siguiente, me dedique a la tarea de correr mi cama, palidecí al observarla. Allí justo, debajo de mi catre, yacía una extraña mancha en el piso, oscura y deforme.
Cuando nos mudamos a esta casa, en ella quedaban viejas cajas de sus dueños anteriores, mi madre había decidido conservarlas por algún extraño motivo.
Esa tarde, me penetre en la tarea de encontrarlas, necesitaba saber que ocurría en mi casa. Necesitaba respuestas. 
Las halle en el cobertizo, en su interior solo habían fotografías familiares, algunos juguetes, libros y una agenda telefónica. En ella, note un numero que se repetía constantemente, sin dudarlo, llame. Me atendió una señora mayor, entonces le comente que nos habíamos mudado, y hallamos las pertenecías de los anteriores dueños, y que quisiéramos devolverlas. A lo que la señora se limita a responderme;
- Lo lamento niña, pero mi hija se mudado de allí, especialmente para olvidar, para comenzar de nuevo. La muerte de un hijo, no es nada fácil. Igual, gracias por comunicarse- corto.

Allí, sentada sobre la mesada de la cocina, sola, descubrí lo que había sucedido. Descubrí, que había sido abandonado junto con sus pertenencias.  El niño que no puede respirar, el niño que esta muerto, el niño que estaba aplastando con mi cama y quería salir, que rasguñaba mis paredes. Esa noche, desde la nueva posición de mi litera, observaba la mancha y las marcas. Había decido colocar las cajas sobre la mancha, pero fue peor.
Fui testigo de las manos que marcaban mi pared, sentía la garganta seca y no podía reaccionar. Un silencio infinito me asalto, me cubrí con las frazadas hasta los hombros, y apoye mi espalda contra la pared opuesta al niño.
Eran frías, secas, pero te dejaban un sudor frío, y una sensación de soledad y temor me invadió. Las luces se extinguieron, lágrimas se desparramaron por mi rostro. Estaba desesperada, quería gritar, lo intentaba, me estaba desgarrando la garganta y aun así ningún sonido era emitido. Las manos estaban ya sobre mis hombros, comprendí entonces que el niño también quería ayuda.
No estábamos solos.

Historias de una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora