Una carta sabor a menta

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He viajado a través del tiempo un sinfín de veces solo para recordar lo que es amar. He ido a los oscuros infiernos para volver a sentir el calor abrazador que me fue arrebatado. Y me he vuelto a la pasión terrenal humana, esa que se admira desde el cielo y el infierno. Ese deseo alentado por el averno y que lo rechaza lo divino.

Sombras bailan delante de mí mostrándome el suave cabello negro cayendo como una cascada sobre la tersa piel de una morena. ¡Ay! De esos ojos como el carbón, ¿se convertirán en diamantes?

Estoy absorta, lívida ante las alas negras que revolotean frente a mí sin llegar a tocarme. El romanticismo de los ángeles se hace presente y las plumas negras caen, tornándose rojas como la sangre, una vez que tocan el suelo. Desvaneciéndose. Fuertes pero suaves manos masculinas recorren el cuerpo moreno, la humedad íntima aumenta el placer, la libido se expande calentando todo el cuerpo.

La virginidad se encuentra si no se ha perdido, ¿Quién la encontrará primero?

Nuevo giro en este vals de sombras, el tiempo que antes fluía lento, casi inexistente en este espacio continuo, ahora parece volar; literalmente, veo volar al tiempo, transfigurado en tres personas, dos hombres y una mujer, bailan en el espacio, dejando un remolino de sombras granate. Un ángel misterioso y oscuro tensa sus alas para protegerlas, un demonio dulce e iluso deja las suyas libres para que sean admiradas.

El ángel oscuro disfruta bajo de si la suavidad de la seda, mientras el demonio dulce siente la caricia del viento satinado. Mis ojos se bañan con el placer del recuerdo. Ángel y demonio se encuentran al borde de un colapso deseado con ansiedad. Quién pudiera ver esta escena de cuerpos húmedos y calientes... Quién pudiera devolverme a mi amante, a mi demonio dulce.

Sigo parada en medio de este rio griego cuyas aguas me separan de la vida, sigo viendo las sombras granate que me muestran los retazos de mi antigua pasión, ahora pérdida. Ahora vuelta a encontrar.

Hay sombras oscuras que me torturan con las insinuaciones de mis noches traviesas, y sombras grises que me recuerdan mi destino y la vida vacía que me espera cuando salga de mi ensoñación, de mi viaje en el tiempo, de mi viaje al pasado o ¿es un viaje al futuro?

Ya no distingo, ya no se en que tiempo vivo, ya no se en cual infierno estoy, por qué mi visión cambia, ahora camino sobre un frio piso de mármol dirigiéndome a través de cortinas vaporosas a un balcón, pongo mis manos sobre la barandilla de metal esperando que esta se desvanezca, pero se siente real... por ahora me maravillo con mi fantasía, veo un atardecer, ese momento cuando el día y la noche son, por un segundo, uno solo. Mi cielo se ve como hecho de oro. Los acantilados que rodean mi casa aparecen cubiertos de sombras y la brisa cálida tiene un refrescante olor a té de menta.

El olor me hace divagar.

Cierro mis ojos y retrocedo hasta que mis manos tocan la seda y me veo a mi misma echada en mi cama y mi demonio iluso besa mi boca con ardor... Solo que realmente no es él. Exhalo todo el aire cuando descubro la identidad de este demonio me llevo las manos a mi boca, pero nunca llegan a tocarme, porque estoy hecha de humo. Grito aterrada y vuelvo a caminar sobre las aguas del Estigia. Decido navegar sin balsa por este río, caminando sobre las aguas oscuras llenas de sueños perdidos, quizá encuentre los míos aquí. Llevo una suave hoja de papel atrapada en mi mano izquierda. Y una lágrima se resbala por mi mejilla, no estoy llorando, pero las lágrimas caen quemando y la garganta me arde. Aun cuando sé que todo se debe a ese simple pedazo de papel, lo tomo con ambas manos y lo llevo a mi pecho y lo presiono con fuerza, como si... tan solo con ese simple hecho pudiera hacerlo entrar en mi corazón y así llenar el vacío. Pero no funciona.

Vasilissa la oscura: Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora