Capítulo 37. Dos llegadas inesperadas y...

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Capítulo 37

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Capítulo 37. Dos llegadas inesperadas y un golpe al órgano bombeador de sangre.

Haciendo la cuenta regresiva, me faltaba una semana y media para volver a casa. No es que iba a dejar el campamento por ser terriblemente buena en todo (quiten el "buena") o por ser una rebelde, sino porque se acercaban las fiestas y debía pasarlas en casa.

— ¿Por qué festejan Navidad si es una fiesta de otra religión? —pregunto mientras acarreamos las fresas hacia la camioneta.

—En casa festejamos muchas cosas —dice Aika caminando a mi lado y tomando una fresa de mi caja para luego comerla—. Por parte de mamá, de papá... La mía. Ya sabes, la vida real de una familia internacional.

—Oye, si no estás ayudando al menos no te comas la mercancía —le reprocho frunciendo el ceño, mis brazos temblaban por llevar una miserable caja y habían otros que llevaban hasta tres.

—Soy débil, lo siento —se avergüenza y esconde las manos tras la espalda—. Son deliciosas.

—Sí... —miro a los lados—. Ahora pon una fresa en mi boca.

Ríe y lo hace. Ciertamente son deliciosas. Disfruto el sabor hasta que me quitan la caja y me quedo con la boca llena mirando ceñuda a Lloyd.

—No comas la mercancía —repite mis palabras y termina el trayecto hacia la camioneta.

—Parece que te odia...

—Eres tan observadora, Aika —sacudo las manos en mis pantalones, estoy mosqueada, es la segunda vez que lo hace. La primera me quitó la caja diciendo que soy una debilucha y que desperdiciaría las fresas cuando cayera.

—No me hables con sarcasmo, sabes que me duele —reclama y hace un puchero—. ¿Me acompañas a la playa o volverás a traerle una caja a Lloyd?

Le miro con odio, ella suelta una risita y retrocede.

—Vamos a caminar —decido y doy zancadas lejos de la camioneta—. Juro que un día de estos ustedes dos despertarán con la cabaña ardiendo en llamas.

— ¿Y yo por qué? —chilla correteando tras de mí—. ¡Si sabes que te quiero!

Quiero reír por su desesperación, pero sigo con mi expresión molesta sólo para asustarla.

—Porque me dijiste que no parecía un espécimen femenino —me volteo a verla con una ceja en alto, ella comienza a balbucear—. También me molestas con Attis y...

—Pero tú y él se ven lindos, no puedo evitarlo.

—Ugh, voy a vomitar —hago una mueca.

— ¿Qué hay entre tú y Attis? —casi grito cuando Daniel sale de la nada y pregunta eso, me mira indignado—. Pensaba que confiabas en mí, pero ahora te veo en medio del campamento revelando cosas...

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora